... quiero sumarme a tan especial celebración compartiendo algunos de los recuerdos que conservo de mis últimas dos visitas al Parque Nacional de las Tablas de Daimiel y a la Reserva Natural de las Lagunas de Alcázar de San Juan coincidiendo con el bajar y subir, respectivamente, a y desde Cardeña.
Es enero y los tonos pastel y grisáceos componen la paleta de la mayor parte del paisaje mediterráneo. Las orillas y riberas no son una excepción y los troncos desnudos de las especies caducifolias riparias se alzan ligeras al blanco mortecino del cielo sobre el amarillo de juncos y carrizos.
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Pasarela sobre el agua
en el Parque Nacional Tablas de Daimiel |
La nota de azules no la ponen las aguas sino las montañas y elevaciones que se pierden en el horizonte.
De todos los posibles habitantes de los humedales, destacan las aves por su variedad, vistosidad y fácil observación. De ellas sobresalen los patos, un grupo común pero no por ello menos atractivo. Los machos suelen lucir plumajes casi increíbles de llamativos diseños y coloraciones con brillo metálico como elegantes príncipes de ornamentadas corazas y armaduras. Las hembras, por el contrario, recurren al mimetismo perfecto con su entorno mostrándose pardas y oscuras, salpicadas de puntos y rayas que desfiguran su silueta entre la vegetación y la tierra. De andares torpes, demuestran una mayor ligereza sobre el agua. Porrones, tarros, azulones, cucharas, silbones, frisos, colorados, malvasías y cercetas se encuentran entre las especies que se dejaron ver.
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Macho de Silbón |
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Cerceta pardilla |
Siempre resulta un privilegio poder observar a la Malvasía Cabeciblanca teniendo en cuenta lo cerca que estuvo de la extinción y su llamativa, casi extravagante, apariencia.
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Macho de Malvasía cabeciblanca |
Junto a los carrizos, el Calamón merendaba raíces y rizomas que desenterraba con la asombrosa presteza de sus ganchudas patas.
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Calamón |
Y de pronto, soltando un chillido como un chiquillo impertinente, salió con aire inquieto y nervioso este Rascón de entre la vegetación.
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Rascón |
Los flamencos son el habitante estrella de cualquier humedal. Majestuosos y esbeltos, con los cuellos extendidos y desplegando sus alas, sacudían sus picos a la brisa de la tarde agitados por el incipiente instinto reproductor que estos calores adelantados ya les han despertado...
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Flamencos en Alcázar de San Juan |
Un joven flamenco, grisáceo y desgarbado, rompía la tranquilidad de sus compañeros patos al posarse cerca de ellos levantando el agua en su frenada.
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Joven Flamenco aterrizando sobre el agua |
En Daimiel, el cese de la tormenta dejaba despedirse del día al sol que con fuerza enviaba sus últimos rayos de luz y calor por un resquicio de nubes.
Mientras tanto, en Alcázar de San Juan el Sol va cayendo y, poco a poco, encendiendo la bóveda celeste de luces rojas y ocres, cálidas y suaves. Justo encima del preciso lugar por el que el sol se acaba de poner, un anillo azul corona un ocaso manchego para nunca olvidar.
Que nunca nos falten humedales, hábitat de tan hermosas criaturas y remansos de belleza y paz para toda alma que busca algo más...