Sergio de Carabias

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miércoles, 5 de marzo de 2014

El despertar de los Anfibios en Monfragüe


     El pasado fin de semana, el amigo Jorge me invitó a ir a la FIO de Monfragüe en su autocaravana. Verdaderamente sonaba a planazo, como resultó ser...

     Llegamos el viernes cuando ya había oscurecido con ganas de buscar anfibios que, a estas alturas del invierno y por aquellos lares, supusimos se encontrarían en plena actividad reproductora. Desde el mismo pueblo de Villareal de San Carlos, se escuchaba un frenético coro de croares que me dio la corazonada de que pudiera tratarse de Ranitas de San Antón... Al llegar a la charca, comprobamos que no eran exactamente ejemplares de Hyla arborea, sino su prima hermana Hyla meridionalis coloquialmente conocida como Ranita meridional. Por fin tenía el gusto y el placer de disfrutar en persona a un miembro de la familia de los Hílidos Ibéricos después de tantos otros Amazónicos como hace pocos meses he tenido la ocasión de conocer...

     Entre unas retamas, una Ranita meridional nos regaló este par de posturas acrobáticas al saltar de rama en rama.

Ranita Meridional "Hyla meridionalis"



     Y, cómo no, también contemplamos multitud de machos flotando en el agua, agarrados  a la vegetación, croando incesantemente para atraer alguna linda damisela con la que perpetuar la especie.



Ranita meridional "Hyla meridionalis" hinchando sus pulmones para, seguidamente,
expulsarlo rápidamente haciendo vibrar la laringe que resuena en el saco vocal provocando su característico croar.


Ranita meridional "Hyla meridionalis" hinchando su saco vocal al máximo.

     Mientras la mayoría de los machos se esforzaba en inflar sus sacos, había otros que ya se encontraban felizmente dedicados a las artes amatorias.

Amplexo axilar en Hyla meridionalis.

    En aquella misma charca de agua permanente, fue posible observar el espectacular despliegue de las crestas dorsocaudales de los machos de Tritón pigmeo (Triturus pygmaeus) entregados, igualmente, en el cortejo de las hembras.

Macho de Tritón Pigmeo "Triturus pygmaeus"

Macho de Tritón Pigmeo "Triturus pygmaeus"


     Siguiendo con nuestra búsqueda por los abundantes arroyuelos que serpentean la zona, con jovial murmullo, dimos con el circuito de los Tritones ibéricos (Triturus boscai) dibujado en el limo.



     Tampoco tardaron en aparecer los responsables de semejantes correrías...

Pareja de Tritón Ibérico "Triturus boscai"
en la que, muy posiblemente, el macho sea el ejemplar de la izquierda por su menor tamaño y más definido moteado.


Larva de Salamandra "Salamandra salamandra"

         Los Gallipatos (Pleurodeles waltl) también se dejaron ver en abundancia bajo las cristalinas aguas.





     Ya a la luz del día, nos sorprendió una alfombra de estrellas amarillas y blancas sobre la hierba. Se trataba de dos especies de pequeños narcisos que con su delicada floración anuncian la llegada a término del invierno...

Narciso acampanado "Narcissus bulbocodium"

Narciso Pálido "Narcissus triandrus"

Narciso Pálido "Narcissus triandrus"


     Para aquellos que se estén preguntando si voy a tener la desfachatez de no referirme ni una sola vez a las aves, les dedico estas últimas fotos que dan fe del regreso del Buitre Sabio desde sus cuarteles de invernada en África para iniciar, un año más, la cría en los cortados rocosos

Pareja de Alimoches "Neophron percnopterus"
junto a Buitre leonado "Gyps fulvus"
en el cortado de la Tajadilla.


El Salto del Gitano con algunos leonados sobrevolando los aires
 desde la obligada subida al Castillo de Monfragüe.


     En resumidas cuentas, fue un verdadero placer pasar aquel fin de semana en el Parque Nacional de Monfragüe, disfrutando del despertar de los anfibios y aprovechando, además, que se celebraba la FIO en la que pude saludar y charlar con tantos amigos, algunos conocidos y otros nuevos; una experiencia que difícilmente olvidaré y que se la debo en su totalidad a la invitación de mi amigo Jorge y su padre a quienes desde aquí, les doy las gracias plenamente.



jueves, 2 de mayo de 2013

Monfragüe en las alturas


 Tras desayunarnos unas suculentas tostas de la tierra con queso del casar de Cáceres, jamón y tomate, nos presentamos en el Salto del Gitano. Pese a lucir un espléndido sol dominical, el fuerte viento tampoco había querido faltar a la cita. Gracias a aguantarlo bien abrigados, pudimos disfrutar de los rápidos vuelos de los leonados que nos pasaban como auténticos proyectiles haciendo silbar el aire.









De vez en cuando, aparecía una pareja volando al mismo compás.


En las paredes rocosas eran numerosos los nidos de buitre leonado con pollos ya bien crecidos.


Nido de Buitre Leonado (Gyps fulvus)

Fue por casualidad, mientras estaba enfocando a dos nidos próximos con sendos pollos y progenitores, cuando un tercer buitre adulto apareció en escena intentando aterrizar junto a ellos. Por lo que se ve, no fue del agrado de uno de los padres que, sin dudarlo, se le echó encima para ahuyentarle.


1ª secuencia: un adulto intenta aterrizar en un saliente rocoso pero uno de los padres se percata.



2ª secuencia: el enfurecido progenitor se lanza sobre aquel visitante no bienvenido
 dejando al descubierto su asustado pollo.



 Descubrimos un interesante nido de Cigüeña Negra (Ciconia nigra) cuando llegó el macho con materia vegetal en el pico.
Nido de Cigüeña Negra (Ciconia nigra) con digiscoping


Tras adecuarlo en el lugar que mejor le pareció, comenzó a acariciar cariñosamente a su pareja con el pico. La hembra, más que complacida, dio muestras de auténtica relajación recostando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos.

El macho acaricia a la hembra, con digiscoping.



Tras las muestras de afecto, el macho volvió a alzar el vuelo para desaparecer mientras la hembra continuaba con la incubación.


Frente al mirador, venía y se iba para volver a venir, este precioso Roquero Solitario (Monticola solitarius).





Los cinco fantásticos en el Salto del Gitano


Tras el repaso al Salto del Gitano, emprendimos la subida al castillo de Monfragüe que se erige en el corazón del Parque, sobre una elevación conocida desde tiempo inmemorial por los pobladores del lugar como atestiguan las famosas pinturas rupestres encontradas en una gruta al pie de la fortificación. Celtas, romanos, árabes y cristianos construyeron sus defensas sobre el mismo lugar, remodelando, cada vez, las ya existentes.





En la carretera de ascenso nos sorprendió este macho encelado de Lagartija Colilarga (Psammodromus algirus) luciendo su característica garganta roja.



Macho de Lagartija Colilarga (Psammodromus algirus)

Ya en lo alto del castillo, no tardó en aparecer el simpático alimoche haciendo gala de un gran dominio en los vuelos rápidos.







Pudimos disfrutar con gran deleite de la belleza que, especialmente este año, inunda el Parque Nacional de Monfragüe debido a la abundancia de agua en sus ríos y embalses. Desde las almenas del castillo resulta fácil comprobar la etimología del entorno que, según la acepción más extendida, deriva del latín Mons fragorum o Monte fragoso. Las cuidadas dehesas de encinas crecen fuertes y frondosas posiblemente desde antes, incluso, de la época en que fue bautizado por los mismos romanos.



Lástima que, hace 40 años se empezara a arrancarlas para ser sustituidas por eucaliptos como los que todavía perduran en algunas zonas.
De un lado quedan las dehesas, culmen del ecosistema mediterráneo manejado por el hombre,
 y del otro, los introducidos y tóxicos eucaliptos.

Y tras la contemplación de estas vistas, emprendimos el descenso por la ladera de umbría entre brezos (Erica arborea), auténticamente arbóreos, madroños y quejigos.


En el lado derecho crecen altas Erica arborea de troncos ennegrecidos por efecto de un hongo.

Sobre una vara de San José (Asphodelus albus), se posó el Almirante Rojo.

Vanessa atalanta sobre vara de san José en flor


También nos percatamos de la cruzada que se estaba librando sobre una piedra tapizada de líquenes entre dos feroces hormigas de la especie Camponotus cruentatus, nombre muy aclaratorio ciertamente.

















Cuando descendimos completamente, llegamos al coche para emprender el regreso a casa con gran tristeza por la despedida, pero con una enorme alegría por el fin de semana vivido y con la firme promesa de repetir la experiencia muy pronto.


Gracias por todo a Belén, Alberto, Antón y Almu.

martes, 30 de abril de 2013

Endemismos ibéricos por las charcas y jarales de Monfragüe


Con gran tino y acierto fuimos a aparcar el coche casualmente junto al de Alberto, que en ese preciso instante salía por la puerta del suyo. Tras contarle mientras comíamos, con plumas y señales, el lance del milano con el alcaudón y los sorprendentes encuentros con el zorro y la cierva que acabábamos de vivir, emprendimos una ruta por los alrededores de Villarreal de San Carlos.

La primera parada fue en una charca donde sorprendimos varios Galápagos Leprosos (Mauremys leprosa), endemismo ibero-norteafricano, asomando la cabeza entre los ranúnculos al sol de media tarde.





En uno de los majuelos o guaperos, como nos dijo Alberto que los llaman en su pueblo, Zarza de Granadilla, este herrerillo anillado se entretenía en buscar bichitos que merendar.



Continuando con nuestro camino llegamos al Huerto del Ojaranzo, que toma su nombre de un gran almez de 15 m de altura y más de un metro de diámetro que ronda los 150 años y recibe a los paseantes con su fresca sombra.

Almez en el Huerto del Ojaranzo


A cada momento, el sendero invitaba a parar para disfrutar de la espectaculares vistas que ofrecía el verde alcornocal salpicado de los aromáticos morados y blancos de cantuesos y jaras.






Fue a la sombra de una encina, bajo una piedra, cuando tuvo lugar el gran descubrimiento de la tarde: dos simpáticas Culebrillas Ciegas (Blanus cinereus). Este singular reptil, perteneciente a la familia de los Anfisbénidos, no es ni más ni menos que un endemismo ibérico. Totalmente inofensiva, salvo por algún pequeño mordisco que pueda lanzar, y tan adaptada a la vida subterránea, que ha sufrido la pérdida de visión hasta sólo distinguir variaciones de luz debido a que sus ojos se hayan recubiertos por escamas, entre otras cosas, para protegerlos del contacto continuo con el sustrato.

Blanus cinereus olfateando el aire con su lengua bífida


La piel de Blanus cinereus es sumamente lisa gracias a las escamas que la recubren
para facilitar sus desplazamientos subterráneos.




Y, siguiendo con la atención puesta bajo las piedras, apareció esta Escutíjera (Scutigera coleoptrata), especie de rasgos tan curiosos como que, pese a ser originalmente endémica de la Cuenca Mediterránea, actualmente se haya extendida por todo el mundo tomando el nombre de "Ciempiés doméstico" o que, siguiendo lo que se denomina automimetismo, el último par de patas se haya modificado en unas falsas antenas para despistar al enemigo en su huida.

Vista frontal de Scutigera coleoptrata. Es apreciable el último par de patas modificado en "falsas antenas".


No sé exactamente en qué momento de la excursión Almu recordó que en la Península Ibérica existían escorpiones. Lo cierto es que desde entonces, no paró de pedir que apareciera uno y la verdad es que bien que fue escuchada y respondida con este regalo de alacrán.

Buthus occitanus en actitud de ataque


Buthus occitanus en reposo total, como estrategia defensiva.


Y cómo no, también aquí pudimos ver muchos alcaudones comunes (Lanius senator), verdadera rapaz entre los pájaros y que, como comentó Antón, en el medievo era disfrutado en la llamada "Cetrería de salón" consistente en soltar un pajarillo en una estancia para que el alcaudón lo apresara.




Y fue en un pequeño arroyo a la sombra donde aparecieron nuestros primeros Tritones Ibéricos (Lissotriton boscai), endemismo de la mitad noroccidental de la Península Ibérica. Incluso, pudimos disfrutar del cortejo de algún macho que agitaba su cola velada frente a una hembra.






También nos fijamos en este escorpión acuático (Nepa cinerea) que, perdido el respeto que imponen sus patas anteriores, nos demostró cómo es capaz de tomar el aire que necesita para respirar con el tubo apical de su abdomen compuesto por varios pelos hidrofóbicos.




Nepa cinerea respirando gracias a su tubito respiratorio.




Por último, llegamos a otra charca más soleada con la firme intención de sacar alguna Ranita de San Antón pero tan sólo conseguimos esta otra...



Sobre una rama próxima a la charca, esta tarabilla común macho (Saxicola torquatus) emitía su reclamo a los cuatro vientos.





En los herbazales próximos, Antón nos presentó a la Mosca Escorpión (Panorpa communis). La pena es que no pudimos comprobar de dónde toma el nombre por tratarse de una hembra y carecer del órgano sexual que recuerda la cola de un escorpión. Otra vez será...
Mosca Escorpión hembra (Panorpa communis)


Y, tras una vuelta más por otros lugares húmedos y descubrir un cangrejo rojo recién mudado que, debido a su extrema flacidez, despertó los comentarios más jocosos de Alberto al compararlo con qué sé yo, cenamos en Torrejón el Rubio y fuimos al albergue con la firme intención de acostarnos lo más pronto posible para descansar aunque, finalmente, tuviéramos que ir aplazando sucesivamente la hora de ir a dormir debido al grado de intensidad que iban cobrando los juegos que tan buen rato nos hicieron pasar...