Existe un lugar en la provincia de Sevilla totalmente distinto al estereotipo llano y caluroso que la mayoría guardamos de la ciudad hispalense. Todavía hoy se le denomina confusamente "Sierra Norte de Sevilla" y digo lo de que abduce a la confusión porque... ¿cuántas Sierras Nortes hay en la Península? Sólo en la Comunidad de Madrid ya hay una y bastante famosa... y no porque yo lo diga, los buscadores de internet me dan la razón. En realidad, este lugar del que hoy les vengo a hablar corresponde a la misma Sierra Morena que cruza desde Portugal hasta Jaén, denominación por la que actualmente tanto se está trabajando para integrar este bello enclave donde realmente le corresponde: en la única y bella Sierra Morena.
Este pasado fin de semana, he tenido la gran suerte de participar en el Taller de Iniciación a la Ornitología totalmente gratuito desarrollado por Aves Sierra Morena y promovido por la Red MITO, una magnífica iniciativa que ha permitido formar a casi una veintena de jóvenes como embajadores de la Sierra Morena Sevillana para ahora, ir esparciendo y difundiendo por los confines de la Península las glorias del lugar.
Llegamos el viernes por la tarde a la Plaza del Coso, en Guadalcanal, donde nos recibieron Rafa y Javi que nos guió hasta la casa rural La Florida del Valle, una antiquísima construcción con aires de fortaleza. Allí nos alojamos, asistimos a la presentación del taller, cenamos estupendamente y entablamos las primeras amistades en torno a la acogedora chimenea del salón.
El sábado por la mañana comenzamos la ruta en el nacimiento del río Húeznar donde era posible observar el agua manando del fondo en forma de burbujas y dibujando ondas al llegar a la superficie.
En las choperas de las orillas sorprendimos en un par de ocasiones al más pequeño de los pícidos europeos: el simpático Pico Menor (Dendrocopos minor).
Siguiendo la corriente del Húeznar nos acercamos hasta el cercano San Nicolás del Puerto en cuya iglesia dos cigüeñas adecentaban sendos nidos.
En una pradera cercana, un rebaño de ovejas con sus corderos pacía y descansaba al sol.
Después de reponer fuerzas desayunando, subimos al autobús que rápidamente se impregnó de un fuerte olor a aaaaaaaajo ajo, a consecuencia del acompañamiento que algunos eligieron para sus tostadas. La primera parada estuvo dedicada a la contemplación de los altos vuelos de los buitres, en su mayoría, leonados aunque también algún tímido negro. El primer águila real aprovechó para hacer acto de presencia.
En el camino vimos multitud de ciervos: pequeños grupos de hembras con sus gabatos, ya de un año, y preñadas del siguiente, y machos solitarios con las cuernas todavía enhiestas.
Llegamos el viernes por la tarde a la Plaza del Coso, en Guadalcanal, donde nos recibieron Rafa y Javi que nos guió hasta la casa rural La Florida del Valle, una antiquísima construcción con aires de fortaleza. Allí nos alojamos, asistimos a la presentación del taller, cenamos estupendamente y entablamos las primeras amistades en torno a la acogedora chimenea del salón.
Cara rural La Florida del Valle con las primeras luces del amanecer. |
El sábado por la mañana comenzamos la ruta en el nacimiento del río Húeznar donde era posible observar el agua manando del fondo en forma de burbujas y dibujando ondas al llegar a la superficie.
En las choperas de las orillas sorprendimos en un par de ocasiones al más pequeño de los pícidos europeos: el simpático Pico Menor (Dendrocopos minor).
A menudo en ramas altas y finas, pasa fácilmente desapercibido. Sólo su débil tamborileo delata su presencia. |
Siguiendo la corriente del Húeznar nos acercamos hasta el cercano San Nicolás del Puerto en cuya iglesia dos cigüeñas adecentaban sendos nidos.
En una pradera cercana, un rebaño de ovejas con sus corderos pacía y descansaba al sol.
Después de reponer fuerzas desayunando, subimos al autobús que rápidamente se impregnó de un fuerte olor a aaaaaaaajo ajo, a consecuencia del acompañamiento que algunos eligieron para sus tostadas. La primera parada estuvo dedicada a la contemplación de los altos vuelos de los buitres, en su mayoría, leonados aunque también algún tímido negro. El primer águila real aprovechó para hacer acto de presencia.
En el camino vimos multitud de ciervos: pequeños grupos de hembras con sus gabatos, ya de un año, y preñadas del siguiente, y machos solitarios con las cuernas todavía enhiestas.
Jabalí "Sus scrofa" embarrado entre las jaras con "cutrescoping". |
Junto a la omnnipresente escolta de los leonados, se dejaron ver más águilas reales y varias imperiales en sus tres diferentes plumajes: un pajizo de primer año, un damero juvenil y varios adultos oscuros. Sin embargo, la gran distancia a la que aparecieron apenas consintió la observación de sus siluetas a través de los prismáticos.
De regreso a la casa rural, una multitud de buitres levantó el vuelo desde el suelo como para despedirse de nosotros.
Buitres levantando el vuelo desde su posadero directamente en la tierra. |
Nube de buitres leonados y negros. |
Y para cerrar tan fastuoso espectáculo, unos metros más adelante, una pareja de Águila Real nos sobrevoló por unos instantes.
Al día siguiente, el amanecer nos sorprendió con estas ligera niebla cubriendo el fondo de valle.
El domingo se unieron al grupo vecinos de Guadalcanal para ascender a La Capitana a 959 msnm, el segundo pico en altura de la provincia de Sevilla.
Durante la subida, algunos compañeros se dedicaron con especial fruición en levantar cada una de las piedras que les parecieron prometedoras... Así fue como nos hicieron descubrir varios alacranes, escolopendras y un par de sapos corredores.
Alacrán "Buthus occitanus" |
En la cumbre destaca una encina que parece quisiera ser atalaya del horizonte.
Alcanzada la cima, se trataba del momento perfecto para plasmarlo en la memoria de las cámaras.
Foto de grupo en La Capitana. Cortesía de Madeincordoba.com |
Una vez emprendido el descenso, en las zonas más frescas aparecían numerosos Candilicos (Arisarum simorrhinum), una pequeña arácea muy curiosa que jamás había visto antes y abundante en la mitad oeste de la Península.
Candilico "Arisarum simorrhinum" |
La alegría máxima fue llegar a un pilón, o pilar como dijeron los andaluces, y descubrir varios anfibios en plena fase reproductora.
Hasta tres machos de Tritón Pigmeo pudimos contar con sus crestas dorso-caudales totalmente desarrolladas.
Macho en celo de Tritón Pigmeo "Triturus pygmaeus" |
Un gran ejemplar de Gallipato también había encontrado refugio en aquellas aguas limpias y fresquitas.
Gallipato "Pleurodeles walt" |
Pero de lo que verdaderamente había, eran crías de salamandra que se contaban por decenas.
Cría de Salamandra Común "Salamandra salamandra" |
Y tampoco podía faltar este gracioso animal que tantos gozos despierta cuando lo sirven en el plato, ¡sea cual sea la manera!
Cerdos Ibéricos en la dehesa sevillana. |
Al llegar a La Florida del Valle nos esperaba este pedazo de mesa con todo dispuesto para comer suculentos entremeses de la tierra y arroz con costillas. Con gran pena y muchas ganas de volver pronto a disfrutar de un enclave tan bonito, fui de los primeros en despedirse: el viaje de vuelta a Madrid que me esperaba tenía su miga...
Foto de grupo en la gran comida de despedida. |
Especialmente agradecido me siento con Rafa, el que fue nuestro simpático y alegre guía ornitológico, y a quien debemos más de la mitad de las observaciones, especialmente de rapaces cuando apenas se veían como motas de polvo en el horizonte. Igualmente lo estoy con Juan Luis y su familia, que con tanto cariño y disposición nos acogieron en su querida Florida del Valle en la que nos sentimos auténticamente como en casa, o mejor, gracias a la estupenda comida que nos sirvieron. Y qué decir del magnífico grupo de nuevos amigos que me acompañaron durante el fin de semana... sólo espero volver a coincidir con todos y cada uno de ellos en algún momento futuro, disfrutando nuevamente de la pasión que nos une...