En uno de los senderos que suben serpenteando por la Sierra de Guadarrama crece un añoso roble, a cuyos pies se encuentran los restos dispersos de varios machos del escarabajo más grande de Europa (Lucanus cervus) que se cuentan por decenas, en lo que pudiera ser un auténtico Cementerio de Ciervos Volantes.
Roble melojo (Quercus pyrenaica) |
Restos de machos de Ciervo Volante (Lucanus cervus); cabezas y élitros. |
El mismo instante en que lo descubrimos, además de un gran asombro y sorpresa, miles de dudas asaltaron nuestras mentes acerca de tal misterio... ¿A qué era debida tal concentración de cabezas de Ciervo Volante? ¿Quién estaba haciendo su gran festín? ¿Era una rapaz o un carnívoro terrestre?
Enseguida corrieron ríos de tinta por "guasap" consultando la opinión de amigos entendidos. El hecho de que se encontrara justo a los pies de un gran árbol y, por tanto, que pudiera actuar como posadero, les hizo apostar por que se tratara de cualquier ser alado: milano negro, azor, halcón de Eleonor y arrendajo, entre otros, fueron los primeros en ser señalados como sospechosos por el hecho de no encontrarse ninguna egagrópila que pudiera apuntar directamente a alguna rapaz nocturna.
Sin embargo, con los nervios templados y tras una primera inspección ya en casa, otras teorías comenzaron a ganar peso...
Curiosamente, todos los restos hallados pertenecían al género masculino; no se encontró ni un sólo indicio de la presencia de hembras que, cabe recordar, no cuentan con la capacidad de volar. Entre los más de cien individuos diferentes encontrados y recogidos, la variabilidad en el tamaño de las pinzas es enorme y abarca desde el centímetro excaso hasta los bien sobrados tres centímetros, es decir, más del doble de diferencia entre el menor y el mayor.
Ejemplares en orden creciente de tamaño alineados a nivel de unión entre tórax y cabeza. |
El estado de los restos también es de lo más variable. La mayor parte son cabezas con sus pinzas. Destacan cinco ejemplares recogidos totalmente intactos. Este hecho llama poderosamente la atención ya que, de ser cierta la teoría de que el gran roble actuara como un posadero para una rapaz (o, en este caso, cascadero) muy torpe tendría que ser para haberse dejado caer al suelo tanta comida...
Variedad de restos encontrados: desde cabezas separadas a individuos totalmente completos pasando por todas las posibles combinaciones intermedias. |
En una seguda inspección de la zona al día siguiente, descubrimos nuevos y recientes restos de Ciervo Volante y, lo que resultó ser mucho más llamativo, un individuo todavía vivo que, torpe y lentamente, caminaba por la tierra. Sin lugar a dudas, este dato venía a sumarse a los otros ejemplares encontrados intactos para especular con que los Ciervos Volantes acuden por sus propios medios hasta aquel gran roble sin que sean transportados por ningún otro animal.
Ejemplar macho de Ciervo Volante (Lucanus cervus) moribundo |
Además, un poco más adelante, encontramos este marcaje en medio del camino.
Heces de carnívoro (zorro con casi toda seguridad) con restos de alas y cutículas de Ciervo Volante. |
Llegados a este punto, querido lector, y habiendo intentado exponer de la forma más clara posible todos los datos que me han parecido de especial relevancia, me atrevo a concluir que:
los machos de Ciervo Volante acuden de forma masiva y voluntaria hasta el viejo roble por motivos no aclarados todavía (posible presencia de hembras/ idoneidad del hábitat para la puesta de huevos/ combates territoriales...) pero que, en cualquier caso, de seguro se encuentran relacionados con la reproducción. Y es en aquel mismo roble, sin saber si con sus objetivos reproductores cumplidos, cuando les sobreviene la muerte; a los más de ellos, depredados por una fauna oportunista (rapaces, zorro y roedores) que se aprovechan de la abundancia de tal recurso y, a una minoría, de forma natural.
Entre mis próximas actuaciones inmediatas figura el colocar una cámara de fototrampeo que pueda aportar un poco más de luz sobre los responsables exactos y las causas que dan origen a este Cementerio de Ciervos Volantes.
Voglio dedicare anche questa pubblicazione al mio buon amico il professor Luca Bartolozzi, gran esperto di questi coleotteri, i Lucanidae, nel Museo della Specola di Firenze e che mi ha accolto così amichevole durante il mio corso Erasmus.