A finales de mayo, me llevé la gran sorpresa de la primavera: entre unas matas de hinojo (Foenicum vulgare) encontré varias orugas de la amiga mariposa que tanto tiempo llevaba buscando, la Papilio machaon. No sin cierto remordimiento, cogí dos de las orugas. Quería compatir junto a ellas el momento más especial de sus vidas: la metamorfosis.
A los dos días, y con una diferencia de menos de 24 horas, las dos oruguitas apareciern convertidas en crisálidas tras haber pasado algunas horas en posición de reposo (según la que parecían estar muy concentradas en el gran cambio de sus vidas) y sujetas por dos hilitos de seda.
Oruga de Papilio machaon a punto de crisalidar. |
Cuando crisalidan, la pupa recién formada emerge de la antigua oruga resquebrajando la cutícula desde la cabeza que, al final, queda hecha un burruño.
La tarde del 11º día después, una de ellas cambió llamativamente de tonalidad, transparentándosele a través de la cutícula de la crisálida sus colores de mariposa. El gran milagro de la metamorfosis era inminente y, pese a dejar la cámara preparada para la ocasión cuando me fui a dormir, al despertar a la mañana siguiente, me encontré una bella mariposa con las alas extendidas. La muy tímida había querido despertar en medio de la oscuridad de la noche.
Con la segunda amiga estuve más atento; si bien, también resultó victoriosa a mi curiosidad y pegó el salto de la crisálida en los 2 minutos que tardé en ir a hacer la cama. Les diré en mi defensa que llevaba más de hora y media de grabación y que opté por dejar descansar un rato la cámara por miedo a que la batería desfalleciera en el peor de los momentos. Bien sé yo que la mariposa, atenta desde dentro de la crisálida, vio clara su gran oportunidad y no perdió el tiempo...
Crisálida de Papilio machaon a punto de metamorfosear |
Mariposa de Papilio machaon recién emergida de la crisálida |
Mariposa de Papilio machaon a los 5 min de emerger de la crisálida. Vista lateral. |
Mariposa de Papilio machaon a los 5 minutos de emerger de la crisálida. Vista inferior. |
También tuve ocasión de grabarle un pequeño vídeo en los primeros minutos de su nueva vida que, a continuación, os invito a contemplar. Le doy las gracias a mi querida hermana, creadora del mismo y que tanto tiempo invierte en mis tonter... aficiones.
Mariposa de Papilio machaon sobre geranio. Vista superior. |
Aquella misma tarde, sin tiempo que perder, marché con las dos preciosas señoritas al mismo lugar de donde una semana y media antes las había recogido cuando todavía eran unas llamativas orugas comilonas. Muy ilusionado, las liberé con la esperanza de que este verano vuelen alto por los campos propagando nuevas generaciones de una criatura tan hermosa.
Mariposa de Papilio machaon sobre centaurea en su entorno natural |
Esta entrada, como no podía ser de otra manera, va dedicada de forma muy especial a un amigo mío de Albacete que, precisamente, lo conocí hace algunos meses leyendo en su blog parecidos avatares con la misma protagonista. Se llama Guillermo pero, de haber nacido árbol, hubiera sido, sin duda, Saúco.
Genial el seguimiento de este proceso que nos parece magia pura por mucho que crezcamos.
ResponderEliminarUna de mis mariposas favoritas junto con sus primas la arlequín y la chupaleche.
¡Saludos!
Jejeje; me ha gustado ver cómo se le extienden las colas, ya al final de todo... :-)
ResponderEliminar¡Ah, y feliz verano, Sr. Licenciado! :-D
ResponderEliminarUn descubrimiento tu blog. He dado un vistazo a alguna de las entradas, pero lo veré más detenidamente y cuenta conmigo como "seguidor" en adelante. Un saludo.
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