Ayer fue el día más triste desde que llegué a Paraguay. Fueron dos los golpes que me dejaron profundamente consternado, partida el alma en dos... El primero me llegaba tras el amanecer desde unos pocos cientos de metros, el segundo ya en el tramonto, desde la Ciudad de la Luz al otro lado del Atlántico...
En la comunidad local con la que trabajo en Paraguay, una de las chicas de 14 años a las que con frecuencia visito para dar clases de Biología se había suicidado tomando matarratas al saber que se había quedado embarazada... Imagino que por miedo a la reacción de su familia y entorno, por miedo y desconocimiento más bien, se había matado llevándose por delante sus dos vidas, la que ya tenía y la que había engendrado.
Recuerdo bien la última vez que la vi, un día antes, en la escuela. A falta de una semana para terminar el curso escolar antes del inicio del verano en el Hemisferio Sur, se respiraba un ambiente festivo y alegre. Los más pequeños se afanaban en limpiar sus aulas, mojando antes de barrer los suelos de tierra para evitar levantar demasiado polvo. Las chicas mayores estaban sentadas en un corro de sillas en el pasillo mientras que sus compañeros varones terminaban unos ejercicios dentro de la clase. Me recibieron con sonrisas pícaras y los ojos encendidos, propios de su despertar a la adolescencia. Les saludé amablemente y les pregunté qué tal las notas: "¿Muchos cincos? ¿o todo unos?" Risitas y comentarios en guaraní... Y allí estaba Ella, distraída y absorta, con el celular en la mano tecleando de vez en cuando y haciendo deslizar la pantalla de arriba hacia abajo... No me sorprendió, era su misma actitud de siempre. Recuerdo haberle llamado la atención uno de los primeros días en clase ante su total "pasotismo":
"¿Por qué es importante atender en la escuela?
Es necesario aprender y saber para hacer lo que nos guste y queramos en la vida.
EL SABER NOS HACE LIBRES".
Sin embargo, ni yo ni nadie fuimos capaces de engancharla al tren de la motivación, del saber y de la vida, el tren de la libertad... ¡Ay, si hubiera sabido lo que estaba por hacer! Tampoco sé qué hubiera podido hacer yo exactamente... pero, obviamente, lo posible por evitar que en estos momentos la tierra, húmeda de lágrimas, esté arropando ya su cuerpo envenenado...
Tranvía de Corcovado de bajada del Cristo Redentor. Río de Janeiro. |
"El Saber nos hace libres" ya lo dijo hace miles de años Sócrates, el filósofo griego que de esto algo entendía. Si Ella "hubiera sabido" más de lo que sabía, estoy seguro de que no se hubiera quedado embarazada ni, mucho menos, hubiera decidido quitarse la vida. Dos dramáticos hechos fruto de su incapacidad para elegir, de su falta de libertad, de su insuficiente educación...
Precisamente, las mismas tristes circunstancias por las que anoche se derramó tanta sangre inocente en París... La Sabiduría y la Libertad hacen valientes que eligen, la ignorancia y el fanatismo, cobardes que solamente obedecen...
Ser biólogo y profesor, para mí, son las profesiones más bonitas del mundo y las que libremente he elegido desempeñar. Hoy más que nunca mi deseo es seguir enseñando a los niños y jóvenes del mundo las leyes que rigen la vida y cómo merece ser vivida: con el máximo respeto, en paz y armonía.
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Quiero incluir un pequeño fragmento, cuyo significado comparto absolutamente, de un precioso y emotivo mensaje que acabo de recibir de la Madre Luz, Dominica y antigua profesora mía de la que tantas buenas cosas aprendí y sigo aprendiendo:
"Es bello y bueno estar abierto para vivir con los demás: sus problemas, sus éxitos, su dolor... y muchas veces a pesar de nuestro interés, nuestro deseo de compartir y ayudar, tener que aceptar que el RESPONSABLE del ser y hacer es CADA persona. Siento hondamente el final de esa chica que no supo, no puedo aceptar su problema..."
Lo siento mucho, Ser; no dudes de que la labor que haces ahí hace mucho más bien del que crees, aunque no llegues a ver tú nunca el resultado. Un abrazo.
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