Sergio de Carabias

Sergio de Carabias

jueves, 23 de mayo de 2013

Las belugas del Oceanogràfic


     La beluga (Delphinapterus leucas) es un cetáceo odontoceto (con dientes, en vez de barbas) que habita los mares árticos y sub-árticos, llegando incluso hasta el río San Lorenzo, en Canadá. Es debido al hábitat que ocupa, la razón por la cual presenta ese color espectral que tan elegante y única le hace, y que le da nombre, ya que el término beluga deriva del ruso "belukha" que, a su vez, proviene de "belyy" que significa blanco. 


Las belugas poseen la capacidad de modificar la forma de sus labios
lo que les confiere una gran variedad de expresiones faciales.



      Se trata de una especie plenamente adaptada a la vida en el Ártico. Además de su coloración blanca que le permite mimetizarse en el entorno para pasar inadvertida frente a sus dos únicos depredadores: la orca y el oso polar, son los cetáceos que más grasa llegan a acumular para aislarse del frío que les rodea y hacer frente a las migraciones que desarrollan.

A diferencia de otras especies de odontocetos,
las vértebras cervicales de las belugas no se encuentran fusionadas,
lo que les dota de cierta movilidad en la cabeza.

     Son animales gregarios, con un sentido del oído y capacidad de emitir sonidos muy desarrollada que emplean para comunicarse y como ecolocalización, razón por la que se les conoce como "los canarios del mar". Durante su relajante contemplación, es fácil sorprenderse de vez en cuando con alguna de sus sonoras intervenciones.

     Es destacable el proyecto de bioacústica en belugas desarrollado en el Oceanográfico consistente en la caracterización de su comportamiento acústico (tasa de producción de sonidos, clasificación y relación con el comportamiento) y el estudio de su capacidad auditiva.

Pese al pequeño tamaño de sus orificios auditivos,
como ocurre en todos los cetáceos, su sentido del oído está muy desarrollado.



     En el Oceanográfico de Valencia viven dos belugas, un macho de unos 30 años, Kairo, y una joven hembra que ronda los 15, Yulka. Kairo, por ser mayor, es menos activo y pasa la mayor parte del tiempo descansando de espaldas al público. O, al menos, esa es la excusa que los guías emplean para referirse a su estado depresivo...



     Yulka es la viva antítesis de su compañero. Inquieta y divertida, no cesa un momento parada. Cualquier cosa le es excusa para nadar detrás de ella: la pareja de focas vitulinas que comparte instalación con ella, las boyas que les colocan como enriquecimiento ambiental, los niños que se acercan hasta el cristal y, cuando ya se cansa de todo ello, o bien sigue recorriendo cada esquina del acuario supervisando que todo esté en orden o bien se acerca hasta Kairo para chincharle un rato y ver si le sigue en su juego, llegando a ceder, de vez en cuando,  para unirse los dos en una rápida persecución.



La jovial Yulka con su juguete


     Como parte del entrenamiento que reciben, a media mañana, sus cuidadores realizan una muestra al público en la que Yulka salta un par de veces fuera del agua y se coloca en diferentes posiciones mientras explican las características más relevantes de su biología.

Yulka recibiendo su recompensa tras una de las actuaciones.


Posición horizontal que sus cuidadores aprovechan para realizarle ecografías cuando es necesario.


Mediante esta posición se le puede extraer sangre de la aleta caudal.


El dimorfismo sexual en las belugas viene determinado únicamente
 por la presencia de las mamas a ambos lados del pliegue genital


     Parece mentira que un animal que despierta tantas emociones en la mayoría de las personas, se encuentre en peligro de extinción. Y es que desde el 2008 la especie está catalogada en la Lista Roja de la UICN como "Especie casi amenazada". Las principales causas de amenaza para las belugas son:

la caza directa para la obtención de grasa, aceites, carne...

la destrucción de su hábitat para la obtención de gas natural y petróleo

la emisión de tóxicos y toxinas que almacena en su organismo como consecuencia de la contaminación de mares y océanos

la contaminación acústica


     Y, como rezaba un panel informativo en el propio Oceanográfico, ahora reflexiona por un momento y hazte esta pregunta... ¿En cuál de ellas está implicado el ser humano?






     No creo que nadie, en la gran experiencia que es observar unos animales tan maravillosos y bellos, no piense por un momento en su triste condición de vivir en cautividad. Sin embargo, es indudable la gran cantidad de conocimiento que estos programas de mantenimiento en cautiverio aportan a la comunidad científica y, más importante si cabe, la profunda misión de acercar al público general otras realidades  poco  cotidianas que tan perjudicadas se encuentran por el mismo ser humano. Queda la esperanza de confiar en que, al menos, el cautiverio de unos pocos ejemplares sirva para la conservación de toda su especie...








3 comentarios:

  1. Hola Sergio
    Gracias por visitar y seguir mi blog. Me ha encantado el tuyo. Las fotografías son una preciosidad.
    Un abrazo

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  2. Hola Sergio,

    Las fotos son preciosas, enhorabuena.
    Un apunte, si me permites: Kairo, es más mayor, pero su estado permanente de inactividad frente a la reja del acuario es debido a la depresión que sufre por la vida en cautiverio. Se te olvidó añadir a las amenazas para la supervivencia y la calidad de vida de estos animales, la peor de todas, y es el confinamiento en este tipo de zoológicos anacrónicos.
    Aún así, bravo por el reportaje y el blog.
    Saludos.

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  3. Las condiciones de estos animales son absolutamente inhumanas y lamentables. ¿Que estamos haciendo? ¿Programas de conservación, o de exterminio lento? Kairo está deprimido, eso lo puede ver cualquiera y su apatía nada tiene que ver con la edad. No pienso animar a nadie a que vaya a este lugar.

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