A mediados de mayo tuve la ocasión de participar en el Curso de Guía de Fauna que organizaba GUHEKO con base en el pueblecito de Arbejal, al pie de la Montaña Palentina.
Además de varias ponencias y otras actividades, realizamos un par de salidas a enclaves próximos para conocer el maravilloso entorno del Parque Natural de Fuentes Carrionas.
La primera de ellas tuvo como destino la mágica y espectacular Tejera de Tosande que crece, como trepando, por la vertiente norte de la imponente Peña Horacada.
Al poco de comenzar a recorrer la senda, descubrimos el esqueleto de una cierva del que habían dado buena cuenta una bandada de buitres leonados por las plumas que a algunos se les habían caído en los alrededores.
Peña Horacada (1818 m) |
Al poco de comenzar a recorrer la senda, descubrimos el esqueleto de una cierva del que habían dado buena cuenta una bandada de buitres leonados por las plumas que a algunos se les habían caído en los alrededores.
Restos del cadáver de una cierva devorado por buitres. |
El camino que subía por la ladera tenía una acusada pendiente que a más de uno obligó a parar y descansar a media altura para recuperar el resuello.
En realidad, los tejos se encuentran bajo un extenso y joven hayedo que le cubre de sombra durante los meses no invernales, afectando negativamente a su desarrollo e impidiéndolo directamente en el caso de los más jóvenes.
Ejemplar de tejo "Taxus baccata" entre jóvenes y altas hayas "Fagus sylvatica" |
Escalinata en el hayedo. |
La excepcionalidad de esta Tejeda de Tosande se debe por un lado al elevado número de tejos que la compone, en concreto hay setecientos cuarenta y tres pies inventariados, y por otro lado, a que en su mayoría son ejemplares muy viejos, existiendo algunos que superan los 145 cms de diámetro, dimensiones que corresponden a árboles de una edad que ronda el milenio.
Aquí el humilde redactor entre dos gigantes y longevos, como las Torres de Hércules. |
Además de su interés natural, el tejo es una especie que tuvo una consideración muy particular desde antaño, debido a su longevidad y toxicidad que lo relacionaban directamente con la vida y la muerte.
Joven rebrote de tejo sobre tronco doblado y medio seco. |
Había algunos ejemplares que parecía un verdadero milagro que todavía contaran con algunas ramas verdes como este abuelito que, aun tan perjudicado, todavía ponía empeño en sonreírle a la primavera.
Viejo ejemplar de tejo brotando. |
Una de las particularidades más llamativas del tejo es su capacidad de emitir una raíz interna cuando el interior de su tronco se seca y se pudre. De esta manera, el tejo consigue rellenar el hueco dejado por la madera muerta para ganar en resistencia y así alargar sus años de vida. Algo así como el Ave Fénix de los árboles que resurge de sus propias cenizas...
Tejo podrido en el interior de su tronco con raíz interna en crecimiento. |
Para algunos ejemplares, sin embargo, este remedio nunca llegó a tiempo...
Tejo hueco y muerto |
Ganando en altura dimos a rozar las cumbres próximas a la Peña Horacada, un enclave perfecto desde el que observar las numerosas manadas de ciervas con sus crías del año.
Grupo de compañeros observando ciervos. |
En el suelo crecían abundantes los ranúnculos entremezclados con narcisos, la misma especie que hace más de dos meses veía florecer en Sierra Morena.
Narciso pálido "Narcissus triandrus" junto a ranunculáceas. |
Ya de vuelta al albergue, regresamos por el Valle de Tosande, que además de dar nombre a la insigne Tejeda, muy posiblemente provenga de un término de origen germánico "Theodesindus" que justamente vendría a significar "camino del pueblo".
Ganado pastando en el Valle de Tosande |
Para despedir tan estupenda jornada, quiso aparecer esta bella Fritilaria.
"Fritillaria nigra" |
Al día siguiente, nuestro recorrido nos llevó por los alrededores de Arbejal siguiendo la llamada "Ruta del Oso".
A los pocos kilómetros, nos sorprendió una pareja de Alcaudones dorsirrojos atareados en construir su nido en la espesura de un rosal silvestre. Una emocionante observación para quienes no estamos acostumbrados a disfrutarlos con tanta frecuencia en latitudes más meridionales...
Alcaudón dorsirrojo "Lanius colliuro" |
Alcaudón dorsirrojo "Lanius colliuro" |
Las mariposas ya habían despertado de su letargo invernal y sobrevolaban las flores en busca de alimento y amor.
Licénido |
Dos especies de Ninfálidos llamaron nuestra atención por irradiar una belleza de auténticas ninfas aladas.
La "Euprydryas aurinia", que literalmente quiere decir "Vigorosa Drias dorada" siendo Drias, en la mitología griega, una ninfa de los bosques que vivía tanto como el árbol en que habitaba.
"Euphydryas aurinia" |
Pareja de "Euphydryas aurinia" reposando sobre la vegetación. |
También merodeaba por allí esta bonita Ortiguera "Aglais urticae", especie dedicada a Aglaya "la resplandeciente", "la esplendorosa", la más joven y risueña de las tres Cárites o Gracias. Su apellido "urticae" al igual que su nombre común alude a la planta nutricia de sus orugas: las ortigas.
Ortiguera "Aglais urticae" |
En cuanto a orquídeas, la cosa anduvo estupendamente y eso que podría haber sido de diez si llegamos a sorprender la Himantoglossum en flor...
Una única espiga floral de "Ophrys sphegodes" crecía a resguardo entre las altas hierbas.
"Ophrys sphegodes" |
En las hondonadas más húmedas y próximas a cursos de agua crecían las Serapias sacándole la lengua a todos cuantos las miraran...
Detalle de la espiga floral de "Serapias lingua" |
Grupo de "Serapias lingua" |
Y, cómo no, las comunes y tan extensamente distribuidas "Anacamptis morio" se erigían por doquier sobre los pastizales.
Detalle de la espiga floral de "Anacamptis morio" |
"Anacamptis morio" |
Pradera con abundantes rosetas de "Anacamptis morio" |
Dos especies del Género Dactylorhiza, todavía por identificar, me llamaron la atención especialmente.
Dactylorhiza spp |
Dactylorhiza spp |
Y por último, la exuberante Himantoglossum que crecía abundante a las orillas del camino pero todavía sin mostrar sus espléndidas flores...
Espiga floral de "Himantoglossum hircinum" en desarrollo. |
Desde lo alto de aquellos parajes, las vistan resultaban sobrecogedoras con las cumbres nevadas y los robledales, todavía sin hojas, cayendo a pico sobre el agua del Embalse de Requejada.
Vista del Embalse de Requejada al máximo de su capacidad. |
En los altos pastos, pacían y descansaban varios terneros de los que alegran la vista, y el plato, a cualquiera...
Foto de familia en la Montaña Palentina. |
Muy completa, Sergio; me ha gustado mucho :-)
ResponderEliminarGracias Antón ;)
EliminarSergio soy Ernesto,quiero felicitarte por tu trabajo sigue asi ,yo disfruto viendo este tipo de cosas espero que nos veamos pronto campeon ,un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Ernesto. Yo también espero verte pronto por Quintanar ;)
Eliminar