Sergio de Carabias

Sergio de Carabias

domingo, 15 de febrero de 2015

El Mamo y su pueblo Kogui



     En la intrincada y abrupta Sierra Nevada de Santa Marta, todavía habita una cultura milenaria ancestral que lucha por mantener vivas sus costumbres y tradiciones, heredadas de generación en generación a través del transcurrir de los tiempos: los Kogui.



Mamo Kogui

     Los Kogui siempre han mantenido una estrecha relación con las cumbres de la Sierra de Santa Marta, especialmente con los picos nevados a los que consideran el centro del mundo. Sin embargo, solían habitar los valles y zonas bajas donde la vida cotidiana puede transcurrir más fácilmente, sin el cansancio que provoca tener que superar las continuas pendientes. Con la llegada de los españoles hace 500 años, subieron en altitud tratando de evitarlos; argucia que, sin duda alguna, les valió la vida.

"Y porque si hay algún paraíso terreno en estas tierras de indios parece ser éste... 
Está todo coronado de altas cumbres... todas sus cuchillas quebradas 
de dulcísimas aguas de oro que como culebras de cristal se deslizan de sus cumbres 
hasta lo profundo del valle... poblados de crecidos pueblos de indios que se veían todos
 de todas partes de sus laderas con agradable vista, los más, de mil casas..."
Fray Pedro Simón, 1627

Típica choza circular en Pueblito Kogui.

Vista aérea de Ciudad Perdida.
Para dominar la empinada topografía se construyeron terraplenes, escaleras, patios enlosados
y terrazas con basamentos de piedra para construir las viviendas, caminos y puentes.
Una de las amenazas actuales para los pueblos Kogui es la explotación turística que,
 como en el caso de Ciudad Perdida y Pueblito, deben soportar la presión de visitantes todos los días del año...
Foto Museo del Oro de Santa Marta.


     Hablan una lengua propia, emparentada con otras de Centroamérica. Hombres y mujeres jamás se cortan el cabello desde el momento de su nacimiento: el pelo largo les ayuda a conectar con la Madre Naturaleza. Visten prendas de algodón que les confiere el mismo color que la nieve. De hecho, los hombres se colocan sobre sus cabezas copetes, también blancos, a imagen y semejanza de las sagradas cimas nevadas.

Hombres Kogui con sus vestimentas típicas de color blanco.
Foto Rafael Mojica. Museo del Oro de Santa Marta.

     Sus rasgos faciales se caracterizan por presentar abultados mofletes, ojos rasgados y el lacrimal oculto por el párpado superior, todo ello herencia de sus ancestros asiáticos.

Pueblo Kogui de Bunkuangega en el territorio ancestral del pueblo Wiwa, cuenca del río Badillo.
Foto Rafael Mojica. Museo del Oro de Santa Marta.

      En la actualidad, viven casi parados en el tiempo, siglos atrás. Alguna olla de acero o plato de porcelana  rompe, de vez en cuando, la autosuficiencia por la que se rigen, así como el único teléfono móvil que comparte toda la aldea.

Madre e hijo Koguis.


     El Mamo es la figura principal para los Kogui, sobre él recae el peso de la guía espiritual de su pueblo. Para tan importante misión, el Mamo recibe un estricto y llamativo proceso de formación. El que ha de ser futuro Mamo es elegido a la edad de cuatro años por otro Mamo mayor que ha visto en él un algo especial... Desde ese momento, el niño es llevado a una cueva próxima a la cima, la kankurua, de donde no saldrá mientras sea de día y luzca el sol... ¡en los próximos 20 años! De esta manera, habitando por tanto tiempo en el mundo de las sombras y la oscuridad, desarrollará una sensibilidad especial que le permitirá establecer contacto con las fuerzas del universo. Para el Mamo existe un animal al que profesa particular devoción y cuyos hábitos sigue para lograr alcanzar la sabiduría: el murciélago.


"En cualquier actividad que hagamos como tumbar un árbol, cazar un animal, sembrar, 
recoger una cosecha, construir una casa o un puente, 
debemos hacer rituales de "pagamento" para pedir permiso a los dueños espirituales. 
Si no lo hacemos, las consecuencias son muy graves: 
enfermedades, conflictos, sequías, inundaciones, derrumbes o incendios...
Nuestros sitios sagrados no pueden desaparecer, no pueden ser violados.
 Sin ellos no hay fundamento, no hay leyes ni normas para guiarse."
Mamo Kogui



Mamo y su esposa.
Destaca el carrillo abultado del hombre, señal inequívoca de estar mascando hojas de coca,
acción que recibe el nombre de "mambear", sólo practicada por el género masculino
y asociada a rituales mágicos y espirituales.

Foto Rafael Mojica. Museo del Oro de Santa Marta.

     Los Kogui se mostraron en todo momento muy reticentes a ser grabados, filmados o fotografiados. Quede para el recuerdo aquel simpático malentendido en que Eduin le preguntó al Mamo si le podía grabar mientras hablaba a lo que respondió amablemente con varios "sí, sí" muy efusivos. Sin embargo, fue ver la cámara y cambiarle el semblante para sentenciar: "no vídeo ni fotos". Era evidente que el buen hombre no dominaba la lengua castellana al completo... He de confesar que yo sentí la obligación de no marcharme de allí sin al menos poder inmortalizar a aquel ser humano excepcional. Dos robados le conseguí sacar disimulando con un precioso pavo macho que andaba a su lado.

     El hijo del Mamo finalmente cedió, más por aburrimiento de escucharnos que por convicción, en sacarse fotos con todos los que se lo pedimos.

Hijo del Mamo Kogui junto al autor de este blog.

     Este fabuloso contacto con el pueblo Kogui no hubiera sido posible sin el admirable trabajo de Eduin que logró movilizar los contactos oportunos para hacerlo posible dentro del programa de la Ruta Inka 2014, por lo que siempre le estaremos profundamente agradecidos.


     El encuentro con el Mamo Kogui fue emocionantísimo e inolvidable: tener enfrente a una persona que ha pasado 20 años viviendo en la oscuridad hechiza a cualquiera... su ritmo pausado y solemne al hablar y sus ademanes firmes y decididos enmarcaban una profunda sabiduría y respeto por la Madre Naturaleza, principios que me impresionaron por lo abandonados y dejados que actualmente se encuentran en "el mundo desarrollado"...


Foto de grupo en la poza Kogui.



3 comentarios:

  1. La verdad es que al pobre chaval se le ve un poco hasta el c...opete de algodón :-p

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  2. Me encanta tu blog Sergio! cómo difundes lo que nos enseñó la comunidad Kogui y la manera de describirlo en tu bitácora, además de tus fotos!!! Yo también tengo que hacer el mío:) Abrazos! Yi

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