La primera gran sorpresa fue descubrir que una parte de las arenas removidas por la fábrica se había desplomado, debido a las últimas lluvias, sobre un camino público imposibilitando el paso de vehículos.
Panorámica del camino cortado |
La nota de esperanza la ponen aquellas jaras, tomillos, pinos y hasta sauces que luchan por enraizar en un terreno que les ha sido arrebatado y que, de forma altruista, llegan a afianzar con sus raíces evitando la dañina erosión. |
Pero ojalá hubiera sido sólo ese el único gran alud de arenas en el entorno. Nada más lejos de mis deseos, fui recorriendo las profundas cárcavas que arañan los inestables taludes de arenas removidas para ir a verter sus sedimentos al cauce del arroyo que serpenta por La Dehesa, un bosque próximo de titularidad municipal y alto valor biológico.
Barranco de explotación de áridos socavado por cuantiosas cárcavas que confluyen en el cono de desagüe arrastrando grandes piedras y guijarros. |
Vista del desagüe del cono anterior que vierte directamente a la zona de vega de La Dehesa para alcanzar posteriormente al arroyo. |
Es habitual también encontrar rastros de la fauna que todavía lucha por sobrevivir en un ambiente tan transformado y hostil. Especialmente se perciben las señales de zorro, jabalí, corzo y conejo, recurso este el de la caza bien conocido, y explotado, por los cazadores de la zona.
Huellas de zorro |
Un importante número de buitres leonados acuden con frecuencia desde el cercano Refugio de Rapaces de Montejo de la Vega para dar cuenta de las ovejas que encuentran la muerte fuera del redil. |
Junto al arroyo, son frecuentes las huertas abandonadas en las que predominan frutales ya secos debido a la falta de transpiración que producen estos sedimentos arcillosos en los suelos.
Manzanos anegados por las arenas |
El pueblo se queja viendo mermar el agua que cada verano echa su vieja fuente. Los mayores todavía recuerdan cuando aguas abajo de la dehesa y junto al Camino de la Hoz, las huertas crecían verdes y productivas y no ahora, donde sólo tienen cabida los chopos en las vegas aterradas por las arenas que el arroyo arrastra.
Lecho del arroyo muerto ecológicamente debido al grado de sedimentación que alcanza. |
Una gran parte del próspero pasado de Carabias se ha perdido como resultado de una muy mala gestión en las últimas décadas por parte misma del Ayuntamiento que ha consentido y tolerado esta desastrosa situación de dar la espalda al medio natural en favor de unos desconocidos intereses económicos. Actualmente, y ya con un equipo de gobierno renovado, se están tomando medidas drásticas tal cual se necesitan pero, pese a ello, parece que el asunto sólo sigue preocupándonos a unos pocos... Sirvan estas líneas e imágenes como denuncia pública de un desastre ambiental que nos afecta en mayor medidad de lo que se pueda creer, y fácilmente mejorable con una gestión responsable de las aguas y sedimentos que se vierten desde la gravera
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