domingo, 24 de noviembre de 2013

Un paso hacia la libertad para el pequeño Manatí

    

     El pasado viernes 15 de noviembre me desperté de un salto, muy temprano. Bien sabía yo que sería una intensa y agitada jornada difícil de olvidar. El motivo no era otro que mi participación en la preliberación de dos de los jóvenes manatíes del Centro de Rescate Amazónico, Liberty y Sol, los mayores en tamaño y edad. Como todas las crías rescatadas, en su día llegaron en pésimas condiciones sufriendo una severa desnutrición. Un año y varios meses después, se han recuperado perfectamente encontrándose en las condiciones idóneas para iniciar su reintroducción en el entorno natural del que fueron tristemente extraídas.

     Antes de llevar a cabo su liberación definitiva en un área natural y protegida, tiene lugar su preliberación. Normalmente, suele realizarse en una piscigranja que es una gran balsa de agua al aire libre dedicada al cultivo de peces para el consumo humano. El objetivo de esta preliberación es conseguir que los pequeños manatíes aprendan a vivir sin la dependencia absoluta del ser humano ni su contacto directo al que han estado sometidos de forma intensa la mayor parte de su vida a consecuencia de los cuidados recibidos.



     No eran todavía las 8 de la mañana y en el CREA ya se vivía una intensa actividad. El equipo al completo se centraba, en primer lugar, en la captura de Sol.




Junto a Jackson y Darwin atrapando a Sol.


     Una vez fuera del agua, se comprobó su estado físico y se le tomaron medidas y peso.

Midiendo la Longitud Total Curvada de Sol.



















     Finalizada la revisión, que certificó su excelente estado de salud, llegaba el momento de transportarla hasta la piscigranja. Pepito, Leo, Jackson, Lucio que hizo de fotógrafo y yo fuimos los encargados de ello.





Junto a los miembros del equipo de educación Carmen, Christian y Solange
despidiendo a Sol.

     Como no podía ser de otra manera estando en Iquitos, el vehículo utilizado para transportar a Sol fue un motocarro que, si ya resulta incómodo de por sí, cuando montas con un manatí al que has de vigilar que no se mueva ni agite puede llegar a convertirse en una tormentosa experiencia como tuvimos la oportunidad de conocer enseguida...
    






    
























      En todo momento, Pepito vigiló que no se secara su piel humedeciéndola con agua a cada poco.

Imposible disimular las incomodidades del momento...



     El último tramo del viaje fue por un camino de arena que, de tantos baches como había, a punto estuvo de arrebatarnos el carnet de padre...



















     Finalmente, y con las piernas entumecidas, llegamos hasta la piscigranja y bajamos a Sol del motocarro.




     Haciendo un último esfuerzo, nos acercamos hasta el agua para liberar a Sol.



     Con gran emoción, disfrutamos viendo cómo Sol se alejaba nadando libre al fin. Deberá pasar casi dos años en la piscigranja hasta poder ser liberada definitivamente marcada con un collar de radioseguimiento en la cola para ser monitoreada.


     Como ya decía al principio, fue una gran experiencia difícil de olvidar el asistir a una parte tan importante en el proceso de rescate de estos jóvenes manatíes. Muchas, muchísimas, gracias a los compañeros que aparecen en las imágenes anteriores y a todos los demás que igualmente me brindaron tal oportunidad, especialmente a mi gran amigo Juan Sánchez.



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