jueves, 2 de mayo de 2013

Monfragüe en las alturas


 Tras desayunarnos unas suculentas tostas de la tierra con queso del casar de Cáceres, jamón y tomate, nos presentamos en el Salto del Gitano. Pese a lucir un espléndido sol dominical, el fuerte viento tampoco había querido faltar a la cita. Gracias a aguantarlo bien abrigados, pudimos disfrutar de los rápidos vuelos de los leonados que nos pasaban como auténticos proyectiles haciendo silbar el aire.









De vez en cuando, aparecía una pareja volando al mismo compás.


En las paredes rocosas eran numerosos los nidos de buitre leonado con pollos ya bien crecidos.


Nido de Buitre Leonado (Gyps fulvus)

Fue por casualidad, mientras estaba enfocando a dos nidos próximos con sendos pollos y progenitores, cuando un tercer buitre adulto apareció en escena intentando aterrizar junto a ellos. Por lo que se ve, no fue del agrado de uno de los padres que, sin dudarlo, se le echó encima para ahuyentarle.


1ª secuencia: un adulto intenta aterrizar en un saliente rocoso pero uno de los padres se percata.



2ª secuencia: el enfurecido progenitor se lanza sobre aquel visitante no bienvenido
 dejando al descubierto su asustado pollo.



 Descubrimos un interesante nido de Cigüeña Negra (Ciconia nigra) cuando llegó el macho con materia vegetal en el pico.
Nido de Cigüeña Negra (Ciconia nigra) con digiscoping


Tras adecuarlo en el lugar que mejor le pareció, comenzó a acariciar cariñosamente a su pareja con el pico. La hembra, más que complacida, dio muestras de auténtica relajación recostando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos.

El macho acaricia a la hembra, con digiscoping.



Tras las muestras de afecto, el macho volvió a alzar el vuelo para desaparecer mientras la hembra continuaba con la incubación.


Frente al mirador, venía y se iba para volver a venir, este precioso Roquero Solitario (Monticola solitarius).





Los cinco fantásticos en el Salto del Gitano


Tras el repaso al Salto del Gitano, emprendimos la subida al castillo de Monfragüe que se erige en el corazón del Parque, sobre una elevación conocida desde tiempo inmemorial por los pobladores del lugar como atestiguan las famosas pinturas rupestres encontradas en una gruta al pie de la fortificación. Celtas, romanos, árabes y cristianos construyeron sus defensas sobre el mismo lugar, remodelando, cada vez, las ya existentes.





En la carretera de ascenso nos sorprendió este macho encelado de Lagartija Colilarga (Psammodromus algirus) luciendo su característica garganta roja.



Macho de Lagartija Colilarga (Psammodromus algirus)

Ya en lo alto del castillo, no tardó en aparecer el simpático alimoche haciendo gala de un gran dominio en los vuelos rápidos.







Pudimos disfrutar con gran deleite de la belleza que, especialmente este año, inunda el Parque Nacional de Monfragüe debido a la abundancia de agua en sus ríos y embalses. Desde las almenas del castillo resulta fácil comprobar la etimología del entorno que, según la acepción más extendida, deriva del latín Mons fragorum o Monte fragoso. Las cuidadas dehesas de encinas crecen fuertes y frondosas posiblemente desde antes, incluso, de la época en que fue bautizado por los mismos romanos.



Lástima que, hace 40 años se empezara a arrancarlas para ser sustituidas por eucaliptos como los que todavía perduran en algunas zonas.
De un lado quedan las dehesas, culmen del ecosistema mediterráneo manejado por el hombre,
 y del otro, los introducidos y tóxicos eucaliptos.

Y tras la contemplación de estas vistas, emprendimos el descenso por la ladera de umbría entre brezos (Erica arborea), auténticamente arbóreos, madroños y quejigos.


En el lado derecho crecen altas Erica arborea de troncos ennegrecidos por efecto de un hongo.

Sobre una vara de San José (Asphodelus albus), se posó el Almirante Rojo.

Vanessa atalanta sobre vara de san José en flor


También nos percatamos de la cruzada que se estaba librando sobre una piedra tapizada de líquenes entre dos feroces hormigas de la especie Camponotus cruentatus, nombre muy aclaratorio ciertamente.

















Cuando descendimos completamente, llegamos al coche para emprender el regreso a casa con gran tristeza por la despedida, pero con una enorme alegría por el fin de semana vivido y con la firme promesa de repetir la experiencia muy pronto.


Gracias por todo a Belén, Alberto, Antón y Almu.

3 comentarios:

  1. Gracias a ti por la compañía, tu entusiasmo y .....tus fotos que nos inmortalizan los momentos!
    :)

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  2. Gracias a ti por tu compañía, tu entusiasmo... y por tus fotos que nos inmortalizan los buenos momentos :)

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  3. Gracias te doy yo también, por permitirme revivir ese espléndido fin de semana a través de los ojos de tu cámara :-)

    (Por cierto, tu vara de San José es del género Asphodelus; el nombre que has puesto es del nardo de jardín)

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