martes, 30 de abril de 2013

Endemismos ibéricos por las charcas y jarales de Monfragüe


Con gran tino y acierto fuimos a aparcar el coche casualmente junto al de Alberto, que en ese preciso instante salía por la puerta del suyo. Tras contarle mientras comíamos, con plumas y señales, el lance del milano con el alcaudón y los sorprendentes encuentros con el zorro y la cierva que acabábamos de vivir, emprendimos una ruta por los alrededores de Villarreal de San Carlos.

La primera parada fue en una charca donde sorprendimos varios Galápagos Leprosos (Mauremys leprosa), endemismo ibero-norteafricano, asomando la cabeza entre los ranúnculos al sol de media tarde.





En uno de los majuelos o guaperos, como nos dijo Alberto que los llaman en su pueblo, Zarza de Granadilla, este herrerillo anillado se entretenía en buscar bichitos que merendar.



Continuando con nuestro camino llegamos al Huerto del Ojaranzo, que toma su nombre de un gran almez de 15 m de altura y más de un metro de diámetro que ronda los 150 años y recibe a los paseantes con su fresca sombra.

Almez en el Huerto del Ojaranzo


A cada momento, el sendero invitaba a parar para disfrutar de la espectaculares vistas que ofrecía el verde alcornocal salpicado de los aromáticos morados y blancos de cantuesos y jaras.






Fue a la sombra de una encina, bajo una piedra, cuando tuvo lugar el gran descubrimiento de la tarde: dos simpáticas Culebrillas Ciegas (Blanus cinereus). Este singular reptil, perteneciente a la familia de los Anfisbénidos, no es ni más ni menos que un endemismo ibérico. Totalmente inofensiva, salvo por algún pequeño mordisco que pueda lanzar, y tan adaptada a la vida subterránea, que ha sufrido la pérdida de visión hasta sólo distinguir variaciones de luz debido a que sus ojos se hayan recubiertos por escamas, entre otras cosas, para protegerlos del contacto continuo con el sustrato.

Blanus cinereus olfateando el aire con su lengua bífida


La piel de Blanus cinereus es sumamente lisa gracias a las escamas que la recubren
para facilitar sus desplazamientos subterráneos.




Y, siguiendo con la atención puesta bajo las piedras, apareció esta Escutíjera (Scutigera coleoptrata), especie de rasgos tan curiosos como que, pese a ser originalmente endémica de la Cuenca Mediterránea, actualmente se haya extendida por todo el mundo tomando el nombre de "Ciempiés doméstico" o que, siguiendo lo que se denomina automimetismo, el último par de patas se haya modificado en unas falsas antenas para despistar al enemigo en su huida.

Vista frontal de Scutigera coleoptrata. Es apreciable el último par de patas modificado en "falsas antenas".


No sé exactamente en qué momento de la excursión Almu recordó que en la Península Ibérica existían escorpiones. Lo cierto es que desde entonces, no paró de pedir que apareciera uno y la verdad es que bien que fue escuchada y respondida con este regalo de alacrán.

Buthus occitanus en actitud de ataque


Buthus occitanus en reposo total, como estrategia defensiva.


Y cómo no, también aquí pudimos ver muchos alcaudones comunes (Lanius senator), verdadera rapaz entre los pájaros y que, como comentó Antón, en el medievo era disfrutado en la llamada "Cetrería de salón" consistente en soltar un pajarillo en una estancia para que el alcaudón lo apresara.




Y fue en un pequeño arroyo a la sombra donde aparecieron nuestros primeros Tritones Ibéricos (Lissotriton boscai), endemismo de la mitad noroccidental de la Península Ibérica. Incluso, pudimos disfrutar del cortejo de algún macho que agitaba su cola velada frente a una hembra.






También nos fijamos en este escorpión acuático (Nepa cinerea) que, perdido el respeto que imponen sus patas anteriores, nos demostró cómo es capaz de tomar el aire que necesita para respirar con el tubo apical de su abdomen compuesto por varios pelos hidrofóbicos.




Nepa cinerea respirando gracias a su tubito respiratorio.




Por último, llegamos a otra charca más soleada con la firme intención de sacar alguna Ranita de San Antón pero tan sólo conseguimos esta otra...



Sobre una rama próxima a la charca, esta tarabilla común macho (Saxicola torquatus) emitía su reclamo a los cuatro vientos.





En los herbazales próximos, Antón nos presentó a la Mosca Escorpión (Panorpa communis). La pena es que no pudimos comprobar de dónde toma el nombre por tratarse de una hembra y carecer del órgano sexual que recuerda la cola de un escorpión. Otra vez será...
Mosca Escorpión hembra (Panorpa communis)


Y, tras una vuelta más por otros lugares húmedos y descubrir un cangrejo rojo recién mudado que, debido a su extrema flacidez, despertó los comentarios más jocosos de Alberto al compararlo con qué sé yo, cenamos en Torrejón el Rubio y fuimos al albergue con la firme intención de acostarnos lo más pronto posible para descansar aunque, finalmente, tuviéramos que ir aplazando sucesivamente la hora de ir a dormir debido al grado de intensidad que iban cobrando los juegos que tan buen rato nos hicieron pasar...

lunes, 29 de abril de 2013

La primavera de Monfragüe

No eran ni tan siquiera las ocho en punto de la mañana cuando, el pasado sábado, partíamos en coche para entroncar con la A-5 destino... el Parque Nacional de Monfragüe.

Tras un ameno viaje de dos horas, y habiendo dejado tras de nosotros un buen mar de nubarrones, llegamos a La Portilla que nos recibió con un espléndido sol bajo el que se templaban los grandes leonados entretenidos en sus nidos con sus pollos.



Buitre leonado echado sobre el nido con digiscoping.


Pollo del año bien crecido junto a su progenitor.



En un momento, el mirador se llenó de familias, prismáticos y telescopios.
Es un gusto comprobar cómo la observación de la naturaleza mueve personas
y el inmenso potencial que tiene esta pasión.

En el siguiente mirador sobre el Tiétar, se nos presentó la primera Dama Negra volando en círculos mientras cogía altura a una velocidad vertiginosa confiada a las fuertes corrientes.



También, en lo alto, se apareció el Negro Monje con la cabeza entre los hombros.






Más adelante, paramos en un arroyo con la firme intención de encontrar algún anfibio. Sin embargo, y pese a no localizar ninguno, la parada bien mereció la pena cuando comenzó el lance del milano negro con el alcaudón común; de una parte se ponía en suerte un bocado que llevar al nido y de la otra, el propio nido: en lo que tanto el milano como el alcaudón coincidían era en luchar por la supervivencia de la propia prole.

Tan pronto el milano se acercó a la encina donde se escondía el nido del alcaudón,
éste le salió al encuentro en su feroz defensa.


De vez en cuando, el alcaudón alcanzaba a picarle en la espalda al milano.



Pero por más que el alcaudón mostró ser un auténtico héroe,



su esfuerzo fue en vano, ya que el milano, mucho mayor, y buen conocedor de dónde se encontraba su botín,
no tardó en despistarle para lograr su objetivo.


Demostró una gran habilidad en el control de sus aleteos que le permitieron llegar hasta el interior de la encina...

para llevarse los polluelos del alcaudón (o directamente la hembra incubando, como señaló el dramático Antón)




Satisfecho, incluso parecía sonreír el muy gañán.


El raptor fue al encuentro de su pareja que le esperaba un poco más allá, en las alturas.



Fuimos testigos de un auténtico espectáculo de la naturaleza que nos dejó con una agridulce sensación... En fin, ¡la vida es así!




En el mirador de la Tajadilla observamos nuevos nidos de leonado hasta que apareció un zorrito bien descarado, más preocupado en la búsqueda de algún resto que llevarse a la boca que de la presencia humana.








Maese raposo atento a la retaguardia

 Justo detrás del observatorio de la Tajadilla crecen unos jarales bien frondosos que lucían sus blancas flores en todo su esplendor. Siguiendo el sendero marcado por unos conejos, recién internado en la espesura, salió delante de mí con gran estruendo esta graciosa hembra de ciervo que, repuesta del susto, me miró con gran curiosidad para seguir ladera arriba.





"Cama" donde la cierva yacía descansando.




Y después de una mañana tan agitada y completa, llegó la hora de ir a Villarreal de San Carlos para reponer fuerzas y encontrarnos con el amigo Alberto.










domingo, 21 de abril de 2013

Lagunas de Valcabadillo en Tubilla del Lago

Esta tarde he querido acercarme hasta Tubilla del Lago (Burgos) para conocer en persona el resultado de un pueblo que hace cinco años decidió saldar una deuda pendiente con su propia historia y entorno natural. Y es que resulta que, pese a llevar tal apellido, no existía dicho lago desde hacía algún tiempo debido a su colmatación producida por el depósito de capas de fango y vegetación muerta. La idea de recuperar este singular ecosistema nació del concejal Rubén Arrabal en el año 2004 que encontró el apoyo debido por parte de la Junta de Castilla y León. Así pues, a mediados de agosto de 2007 comenzaron las obras de restauración para finalizar un mes después con una inversión de 350.000 euros.

El resultado, como he podido comprobar hoy mismo, es más que satisfactorio y admirable. Me sorprende, para bien, que una iniciativa como ésta se haya podido desarrollar actualmente, en unos tiempos en los que todavía queda tan lejos aquello de mirar hacia el medio ambiente e invertir en él con vistas al futuro.

Por despistes varios, no he sacado fotos de las tres lagunas que actualmente forman parte del entorno de Tubilla del Lago pero, espero volver pronto para suplir esta carencia informativa. De lo que sí he tomado fotos para aburrir ha sido de las numerosas Lavanderas Boyeras (Motacilla flava) que, recién llegadas de África, se disponen a criar esta temporada, propósito éste cuyos machos no tienen ningún reparo en anunciar a los cuatro vientos.


Cualquier sobresaliente del relieve es apropiado para que
un macho de Lavandera Boyera, entone su reclamo
luciendo su henchido pecho dorado.

Otro macho de Lavandera Boyera me sale al paso, valiente y curioso,
 para cerciorarse de mis intenciones.







Y ya de camino al pueblo, este precioso ejemplar claro de Aguililla Calzada (Hieraaetus pennata) ha sembrado el nerviosismo entre las palomas que sesteaban a media tarde sobre los tejados.

Ronda que te ronda, parecía estar buscando un blanco sobre el que precipitarse para merendar.



Sin embargo, al fijarme con más detalle, es bien claro que ya tiene el pico ocupado con algo...
¿será un pequeño lacértido? ¿o una brizna de vegetación?


sábado, 13 de abril de 2013

Zoo Municipal de Guadalajara II. Especies alóctonas

Continuando con la visita al Zoo de la capital alcarreña, hoy es el turno de aquellos otros animales que no forman parte de nuestra fauna autóctona pero que, sin embargo, en algunos casos se encuentran presentes debido a que han sido introducidas de forma artificial.

Es el caso, por ejemplo, del Macaco de Gibraltar (Macaca sylvanus), del que se piensa que se extinguió en la Península Ibérica hace 30.000 años debido al avance de las glaciaciones y que volvió a ser visto antes de que los ingleses tomaran el Peñón en el 1704. Parece claro que en algún momento fue reintroducido por el hombre desde el norte africano, quizás transportado como mascota en un principio que, tras algún escape, se asilvestró.




Perteneciente también al orden de los Primates, había una familia de mono capuchino (Cebus apella). Fue el miembro más pequeño el que nos distrajo por varios minutos con sus muecas y gracias.





Y de la frenética actividad de estos simpáticos monitos pasamos a la tranquilidad y parsimonia que gozaba el lince boreal (Lynx lynx) disfrutando de los rayos solares matutinos. Con su cara anchota y somnolienta se destacaba todavía más su gran corpulencia que puede llegar a los 30 kilos.



También pudimos disfrutar justamente del despertar del lince rojo (Lynx rufus), natural de Norteamérica y de tamaño un poco mayor que el lince canadiense, el más pequeño de las cuatro especies del género Lynx, con quien comparte territorio.




Ciertamente, todas las especies de lince son especialmente bellas y hermosas pero, como el ibérico nuestro... ninguno.



El Ganso del Nilo (Alopochen aegyptiacus) con sus ojos pintados al estilo egipcio y su plumaje de aspecto más que sedoso es un ave de gran atractivo. En los últimos años, se han detectado en la Península Ibérica varios ejemplares asilvestrados como consecuencia de los escapes que se producen en algunos parques y zoológicos. Sin ir más lejos, en el entorno de Madrid Río existe una pareja de estos patos establecida de forma permamente y, este invierno en Faunia, llegaron cuatro ejemplares de origen desconocido. ¿Nos encontramos ante el caso de una nueva especie exótica invasora? Por el momento, parece bastante inofensiva... como también lo parecían las primeras cotorras argentinas en la Casa de Campo...




Y, por último, nos asomamos a una instalación oscura y tranquila con un tonel en el medio en el que nos sorprendió esta carita que todavía llevaba puesto el antifaz para dormir... Pero no nos debe confundir su simpática apariencia, el mapache (Procyon lotor) es una especie que desde hace unos años está presente en la misma Comunidad de Madrid debido, una vez más, a sueltas y escapes descontrolados. Concretamente, se encuentra en el Parque Regional del Sureste donde se está trabajando a toda costa para que su población no aumente para perjuicio de la fauna autóctona.