martes, 18 de noviembre de 2014

Los ciervos de Quintos de Mora



     Hace ya unas pocas semanas, participé en un voluntariado coordinado por Ecologistas en Acción en la Finca de Quintos de Mora, Toledo. Aunque en su nombre todavía conserva el apellido de la localidad toledana a la que antaño perteneció, Mora, actualmente la finca se encuentra dentro del término municipal de Los Yébenes que, por otra parte, es el que cuenta con mayor extensión de toda España, y famoso, además, por cierta concejal ligerita de cascos que recientemente ha cobrado una fama poco envidiable, saltando a los medios de la farándula, la pandereta y el sonajero... Como muchos bien habréis adivinado se trata de Doña Olvido Hormigos. 

      Introducidos ya, pasemos a presentar esos otros vecinos de los Yébenes, los que verdaderamente nos importan y atañen...


Elegante y señorial, el Señor de los Bosques aguanta siempre la mirada
a quien desea dedicársela.



Dos jóvenes ciervos de segundo o tercer año

Joven ciervo con malformación en asta izquierda.

Espléndido ciervo macho de doce puntas.

Cierva atenta y gabato semioculto tras la vegetación.
   

Cierva madre y gabato

     Pese a ser últimos de octubre, pudimos disfrutar del maravilloso espectáculo de la berrea bien a gusto. Al despuntar el alba, nos despertaban desde la cama los bramidos de los machos que todavía insistían en defender sus harenes. Algunos días, al caer la tarde, fuimos a presenciarlo en directo.

La berrea en la dehesa.

Macho Ciervo con su harén a la carrera.

La Cierva Blanca a gran distancia

Gama blanca

     Nos faltó la Corza blanca, protagonista de una preciosa Leyenda de Gustavo Adolfo Bécquer en la que una joven doncella cobra el aspecto del animal albino con tan mala fortuna que es abatido por su amante cazador...  Mejor muestra del Romanticismo de la época, imposible.


     También fueron frecuentes nuestros encuentros con los jabalíes, especialmente a la noche cuando volvíamos de cenar. Quedó normalizado el apostar cuántos ejemplares veríamos en cada trayecto sobrepasando el récord de los 12 en una sola noche. Tal era la confianza que mostraban con nostros que incluso una vez, el valiente Ricardo se bajó del coche ¡y le tocó el lomo a un berraco inmenso!

Jabalí hozando el suelo en busca de comida

     En los cielos nos sobrevolaron diariamente buitres leonados, negros y águilas reales e imperiales que, incluso a veces sin ni tan siquiera prismáticos, nos hicieron disfrutar con sus aires de grandeza y libertad.

      Con los ojos mirando al suelo, nos salieron al encuentro algún que otro sapo corredor y varias culebras como ésta Culebra lisa meridional de rostro afilado, dulce y hasta sensual...

Culebra lisa meridional "Coronella girondica"


     En las zonas elevadas abundaban los Madroños, especialmente en las umbrías, ya cargados por esas fechas de frutos y flores

Frutos y flores de Madroño "Arbutus unedo"
una de las pocas especies en la que coincide floración y maduración
debido al lento desarrollo de sus frutos, también llamados madroños

Madroños y flores.
El Madroño pertenece a la familia Ericacea
como bien atestiguan sus características flores globosas
similares a las de otras Ericáceas como los brezos.

Coloración progresiva de los Madroños en su maduración
que va desde el verde hasta el rojo pasando por amarillo y naranja.


Los canchales y pedreras eran habituales en las laderas.
Las grandes encinas de los bordes de estos grandes espacios abiertos
son los preferidos por los Buitres Negros para emplazar su nido.



Panorámica de Quintos de Mora,
un amplio valle de dehesas, cultivos y pinares de repoblación
 entre dos alineaciones montañosas de monte mediterráneo apenas alterado.

     Bien sé yo que a estas alturas del relato habrá quién se cuestione en qué consistía exactamente el voluntariado después de tantas fotitos de ciervos y demás... Pues bien, llegó el momento de la respuesta: principalmente desarrollamos labores silvícolas y forestales tales como apoyo a la replantación con encina y quejigo o arrancar renuevos de pino resinero, acciones todas ellas que requieren de doblar el espinazo sin tregua ni excusa alguna.


      Otra de las tareas que nos llevó varias mañanas fue la protección de las Cornicabras frente a los roces y restriegas que los ciervos macho realizan contra sus ramas especialmente en el momento de deshacerse de la borra, esa cubierta aterciopelada que recubre sus cuernas recién crecidas y a estrenar. Por las venas de la Cornicabra corre una resina olorosa y pringosa por la que además sienten especial atracción los venados. Todo problemas para una especie tan característica del bosque mediterráneo y que tanto le aporta.


Ejemplar de Cornicabra descortezado recientemente por los ciervos y con viejas cicatrices,
pero ya protegido de nuevos ataques con malla metálica gracias a nuestro esfuerzo y trabajo.

Para algunos ejemplares de Cornicaba,
nuestra ayuda llegaba tarde...


Cicatrices producidos en Cornicabra por la actividad barrenadora de las larvas de Gorgojos o Curculiónidos.

Algunos de los troncos secos parecieran altos totems inscritos y tallados por antiguos pobladores,


     Como todo lo que ocurre en la Naturaleza, cuando el equilibrio se rompe empiezan los problemas. El caso del "ensañamiento" con las cornicabras es un fiel reflejo de la acuciante superpoblación de ciervos que soporta Quintos de Mora. Aunque ocasionalmente se efectúan cacerías con la excusa del "control poblacional" bien claro es que de encontrarse el eslabón rey de la pirámide trófica, nuestro amenazado Lobo Ibérico, nuestras cornicabras crecerían más fuertes y vigorosas sin la presión que actualmente reciben por parte de los ciervos. ¿Por qué entonces falta el amigo Lobo? La respuesta es la de siempre...Yo sólo quiero pensar ¡que está próximo el día de su regreso!


Foto de grupo observando la berrea.

Foto de grupo cargando el material en el todoterreno.

Foto de grupo junto a Cornicabra protegida con malla metálica.

      En definitiva, el voluntariado resultó ser una experiencia maravillosa para recordar "con lágrimas en los ojos" como el amigo Juan ya decía, entre otras cosas, además de por la estupenda compañía, por el atracón a Amanitas Cesáreas que nos pegamos... y que seguramente sea irrepetible...


"Amanita caesarea" o Amanita de los Césares
llamada así porque antaño les era reservada sólo a ellos por su extraordinaria calidad.


domingo, 2 de noviembre de 2014

Paso de Grullas por Todos los Santos


Grupo de grullas sobrevolando el Nordeste de Segovia
rumbo al Sur con la Sierra de Ayllón al fondo.


     Ayer día uno de Noviembre, festividad de Todos los Santos, amanecí junto a mis amigos de La Robliza, Xavi y Mar, a orillas del Embalse de Linares. El motivo era que la tarde anterior, José María, vecino del encantador pueblo de Maderuelo, había visto y fotografiado un bando de varias grullas en el pantano. Un hecho nada excepcional, pero sí poco frecuente que, por tanto, ¡había que aprovechar!

Grupo de diecisiete Grullas "Grus grus"
descansando en el Embalse de Linares.
Autor José María García Arrés.

Maderuelo, con el Embalse de Linares a sus pies,
considerado uno de los pueblos más bonitos de España.



     Tras una inspección del embalse, constatamos con pesar que las grullas ya no estaban, y es que es bien sabido que, con las primeras claridades del nuevo día, suelen alzar el vuelo para continuar su maratoniano viaje que comenzó hace varias semanas en alguna pradera de Alemania para alcanzar las dehesas extremeñas o lagunas manchegas.

     Ya nos íbamos rumbo a censar las avutardas del Nordeste de Segovia cuando, a la otra orilla del embalse, vimos una diminuta silueta que agitaba su brazo al aire y que, como más tarde nos hizo saber, no es que nos estuviera saludando sino que nos avisaba de que las grullas ya no estaban... Efectivamente, se trataba del simpático José María que también había madrugado en un intento de repetir su inolvidable experiencia de la tarde anterior.

      Fuimos en su búsqueda con el todoterreno y al invitarle a acompañarnos a buscar avutardas se apuntó con gran ilusión. Así es cómo empezamos el paseo por los campos de cereal, algunos de los cuales se encontraban  recién arados y sembrados y otros, incluso, ya brotados con esas variedades de trigos de invierno. El sol empezaba a calentar en ese último día que nos regalaba de verano tardío.


Campos del Nordeste de Segovia con la Serrezuela al fondo
y Peñacuerno despuntando con sus molinos de viento.

     Varios Trigueros soleándose en un rosal silvestre y multitud de Calandrias persiguiéndose en frenéticos vuelos nos iban acompañando por esos caminos hasta que tres Ortegas "Pterocles orientalis", o Churras, como nos indicó el experto Xavi que son denominadas en otros lugares de la Península por su reclamo onomatopéyico, levantaron el vuelo a pocos metros de nosotros. Nos tiramos de los pelos por no haber podido disfrutar la observación en condiciones, sin saber que aquella jornada nos deparaba una grata recompensa: ver otros dos numerosos bandos de Ortegas.

Grupo de siete Ortegas "Pterocles orientalis"
En las proximidades, había otras tres.



      Al hacer una parada para escudriñar los campos, Xavi dio la voz de alarma: un grupo de avutardas despuntaba en el horizonte. Mientras todos íbamos pasando por el telescopio, a Xavi le asaltó la duda a la cabeza: "¿Cómo avutardas? ¡¡¡Son grullas!!!". Cierto era que su grácil y esbelta silueta no daba lugar a dudas para la confusión. Sin embargo, la enorme distancia y la predisposición a encontrar esteparias nos habían traicionado... Daba la impresión de que aquella magnífica jornada que había empezado con las grullas fugadas tendría algún detalle memorable con nosotros...


Grupo de quince Grullas "Grus grus" despuntando en el horizonte.

      Pusimos rumbo a la loma de las grullas pero, en vez de toparnos con ese grupo de 15, fuimos a dar con otro de 12 refugiado en una vaguada.


Grupo de doce Grullas "Grus grus"
con cazador al fondo.

      Una vez más, fue Xavi quien nos advirtió de que delante del grupo de Grullas se encontraban otras cuantas Ortegas casi invisibles con su mimético plumaje.
   
Tres Ortegas "Pterocles orientalis" delante del grupo de Grullas "Grus grus"

Grupo de seis Ortegas delante de las Grullas.

     Una lástima que aquel día no estuviéramos solos en el campo los que gustamos de observar la naturaleza sin sangre de por medio... Varios cazadores hacían de las suyas a tiros por el entorno. 

Persecución entre perro cazador y corzo
con el Pico del Lobo al fondo.

     Era bien notorio que los corzos aquella mañana se encontraban más que intranquilos. Prueba de ello fue la multitud de ejemplares que vimos en el mismo medio de los campos, seguramente, en busca de una mayor amplitud de miras para su propia seguridad.

Corza saltando con Riaguas de San Bartolomé al fondo.

Joven macho y dos hembras de Corzo tumbados sobre el rastrojo.

Grupo de Corzos "Capreolus capreolus" con dos jóvenes machos y tres hembras
atentos a los tiros

     Entre tanto corzo, el ojo experto de Xavi dio con las ansiadas avutardas; en esta ocasión, un grupo de cinco hembras con sus pollos. Toda una maravilla constatar la reproducción de esta grande de las estepas en nuestra querida comarca del Nordeste de Segovia.

Grupo de cinco Avutardas "Otis tarda" coronando la loma.


     Antes de dar por finalizada tan provechosa mañana, descubrimos en un barbecho esta curiosa plantita de Sandía del diablo, también llamada Sandía amarga o Sandía de lobo. Aunque se arrastra y fructifica como una sandía, no pertenece al género de las sandías (Citrullus) sino al de los melones y pepinos (Cucumis).

Sandía del diablo "Cucumis myriocarpus"

Detalle del pinchudo fruto
de la Sandía del Diablo "Cucumis myriocarpus"


     En definitiva, una mañana insuperable que no hubiera podido ser lo mismo sin la maravillosa compañía de José María, Mar y Xavi. A ellos tres vaya dedicado este recordatorio en sincero agradecimiento.