domingo, 30 de junio de 2013

La mágica metamorfosis de la Papilio machaon

A finales de mayo, me llevé la gran sorpresa de la primavera: entre unas matas de hinojo (Foenicum vulgare) encontré varias orugas de la amiga mariposa que tanto tiempo llevaba buscando, la Papilio machaon. No sin cierto remordimiento, cogí dos de las orugas. Quería compatir  junto a ellas el momento más especial de sus vidas: la metamorfosis.



A los dos días, y con una diferencia de menos de 24 horas, las dos oruguitas apareciern convertidas en crisálidas tras haber pasado algunas horas en posición de reposo (según la que parecían estar muy concentradas en el gran cambio de sus vidas) y sujetas por dos hilitos de seda.


Oruga de Papilio machaon a punto de crisalidar.

Cuando crisalidan, la pupa recién formada emerge de la antigua oruga resquebrajando la cutícula desde la cabeza que, al final, queda hecha un burruño.





La tarde del 11º día después, una de ellas cambió llamativamente de tonalidad, transparentándosele a través de la cutícula de la crisálida sus colores de mariposa. El gran milagro de la metamorfosis era inminente y, pese a dejar la cámara preparada para la ocasión cuando me fui a dormir, al despertar a la mañana siguiente, me encontré una bella mariposa con las alas extendidas. La muy tímida había querido despertar en medio de la oscuridad de la noche.





Con la segunda amiga estuve más atento; si bien, también resultó victoriosa a mi curiosidad y pegó el salto de la crisálida en los 2 minutos que tardé en ir a hacer la cama. Les diré en mi defensa que llevaba más de hora y media de grabación y que opté por dejar descansar un rato la cámara por miedo a que la batería desfalleciera en el peor de los momentos. Bien sé yo que la mariposa, atenta desde dentro de la crisálida, vio clara su gran oportunidad y no perdió el tiempo...

Crisálida de Papilio machaon a punto de metamorfosear

Alarmado por mi hermana que, vigilante, desayunaba junto a ella, llegué "a tiempo" para, al menos, sacarle alguna foto con las recién estrenadas alas todavía húmedas y arrugadas.


Mariposa de Papilio machaon recién emergida de la crisálida


Mariposa de Papilio machaon a los 5 min de emerger de la crisálida.
Vista lateral.
 
Mariposa de Papilio machaon a los 5 minutos de emerger de la crisálida.
Vista inferior.

También tuve ocasión de grabarle un pequeño vídeo en los primeros minutos de su nueva vida que, a continuación, os invito a contemplar. Le doy las gracias a mi querida hermana, creadora del mismo y que tanto tiempo invierte en mis tonter... aficiones.

  
Mariposa de Papilio machaon sobre geranio.
Vista superior.


Aquella misma tarde, sin tiempo que perder, marché con las dos preciosas señoritas al mismo lugar de donde una semana y media antes las había recogido cuando todavía eran unas llamativas orugas comilonas. Muy ilusionado, las liberé con la esperanza de que este verano vuelen alto por los campos propagando nuevas generaciones de una criatura tan hermosa.

Mariposa de Papilio machaon sobre centaurea en su entorno natural



Esta entrada, como no podía ser de otra manera, va dedicada de forma muy especial  a un amigo mío de Albacete que, precisamente, lo conocí hace algunos meses leyendo en su blog parecidos avatares con la misma protagonista. Se llama Guillermo pero, de haber nacido árbol, hubiera sido, sin duda, Saúco.

viernes, 28 de junio de 2013

Campaña de Conservación del Aguilucho Cenizo 2013 en las estepas cerealistas del Jarama y el Henares

Con el verano recién llegado y el cereal ya resplandeciente bajo el sol, en los campos de Madrid "todo" está a punto para la cosecha...


Estepas cerealistas del Jarama y el Henares

¿Todo de verdad? Todavía quedan muchos pollos pequeños de aguilucho cenizo, pero también de pálido y lagunero, e incluso, huevos que no han conseguido desarrollarse por completo; especialmente este año a consecuencia de las muchas lluvias que ha estropeado más de una puesta y, por lo tanto, ha retrasado el crecimiento de las segundas de reposición. Menos mal que existen voluntarios preocupados por su rescate de los rodillos de las cosechadoras y, lo que es más importante, agricultores conscientes de la problemática dispuestos a colaborar...




La joven asociación conservacionista MILENRAMA es la responsable de la Campaña de Conservación del Aguilucho Cenizo 2013 en la ZEPA de las estepas cerealistas del Jarama y el Henares. Ilusión y ganas no les faltan. Gracias a su amable ofrecimiento y fácil contacto, aspectos que se echan en falta en los voluntariados de otras organizaciones naturalistas de más renombre, pude colaborar con ellos compartiendo gratas experiencias a lo largo de dos jornadas de campo.



Tras haber sido localizados los nidos a lo largo de los meses de abril y mayo y marcados con GPS, estos días toca volver a ellos para revisar el estado de sus inquilinos y señalizarlos visualmente para ser respetados por las cosechadoras. La labor de entrar en los campos cobra especial dificultad ahora que las espigas se encuentran altas y secas para clavarse como alfileres traspasando la ropa. Además, se ha de tener especial cuidado en no tronchar el cereal para no dejar senderos en los campos que faciliten la localización de los nidos por depredadores terrestres como el zorro.


Los valientes Raquel y Diego a la búsqueda de un nido.

Cuando quedan menos de 10 metros para llegar al nido, en caso de encontrarse la hembra en el mismo, levanta el vuelo para, normalmente, ponerse a volar en círculos sobre nosotros y vigilar atentamente nuestras maniobras. Siempre se intenta agilizar el marcaje lo máximo posible para evitar mayores molestias.

Hembra de Aguilucho Cenizo (Circus pygargus) levantando el vuelo



Hembra de Aguilucho Cenizo (Circus pygargus)  en vuelo.
Nótense los cuatro "dedos", rasgo distintivo respecto a las hembras de aguilucho pálido que tienen cinco.


Entre las espigas y, facilitado por la salida de la hembra, resulta fácil localizar las depresiones circulares en el cereal que corresponden a los nidos de aguilucho, los cuales suelen componerse de una sencilla plataforma de espiguitas amontonadas con algunas plumas.

Puesta de Aguilucho Pálido (Circus cyaneus)



Nido de Aguilucho Cenizo (Circus pygargus)


Nido de Aguilucho Cenizo (Circus pygargus) señalizado.



Pollos de Aguilucho Cenizo (Circus pygargus) con escasos días de vida.


Pollo próximo a los 10 días de edad de Aguilucho Cenizo (Circus pygargus)



Pollo de unos 20 días de edad de Aguilucho Cenizo (Circus pygargus)


Además de los numerosos aguiluchos, es posible avistar otras especies como las avutardas, el buitre negro o algún que otro corzo cruzando los campos.





Sin duda alguna, la Campaña de Conservación del Aguilucho es una labor sumamente admirable por las tantas horas invertidas y el cansancio que implica trabajar supeditado a las condiciones meteorológicas. Sirvan estas líneas como humilde reconocimiento al esfuerzo de la asociación Milenrama que, con tan buen hacer, la está llevando a cabo ¡mucho ánimo, compañeros!

martes, 25 de junio de 2013

El entorno de la iglesia del Casuar

Ya iba siendo horar de hablar de un paraje tan cercano a mí desde mis primeras inquietudes naturalistas cuando, con el carnet de conducir recién sacado, iba con mi querido amigo y tocayo, de aventura por las Hoces del Riaza. Aunque, como jamás podré olvidar, la primera vez que tuve la suerte de conocer el Refugio de Rapaces que creó el mismo Félix Rodríguez de la Fuente fue en una de las excursiones del instituto que, bajo el lema de "Paseos por Castilla", tanto tantísimo nos enseñaron a gozar, aprendiendo, de nuestro más cercano entorno y el de más allá... ¡Qué tiempos!


Mapa del Parque Natural de las Hoces del Riaza
con los itinerarios de algunas rutas


Hará cosa ya de un mes y pico cuando, desde Valdevacas de Montejo, todavía con esa traviesa primavera que tanta agua nos trajo y tan verde pintó los campos, entré por el Barranco de Casuar siguiendo la denominada "Senda 3". Por el camino, fueron muchos los Buitres Leonados que, como gárgolas pétreas, se asomaban desde los cantiles a controlar quién entraba en sus dominios bajo la atenta guardia, también, que otros mantenían, ya en vuelo, desde el aire...








Hasta más de una treintena de ejemplares de Buitre Leonado (Gyps fulvus)
llegaron a congregarse para volar las últimas corrientes ascendentes de la tarde.



Barranco de Casuar



Prestando un poco de atención a esos vigías encaramados a las rocas, pude comprobar cómo, de vez en cuando, se destacaba algún nido con su pollo ya emplumado y bien crecido.


Pareja de adultos de Buitre Leonado (derecha)
junto a pollo del año (izquierda)


Adulto de Buitre Leonado (Gyps fulvus)
junto a su pollo echado sobre el nido

También me sorprendió este grupo de buitres con las alas extendidas, de espaldas al sol. Sabía de este comportamiento suyo tras una fuerte comilona cuando, todavía en el suelo, sin poder remontar por la pesadez de los buches llenos, extienden las alas al sol para, lo que imagino, pueda ayudar a acelerar su digestión.




Y así fue como, adentrándome en las Hoces, fui a dar con la iglesita de San Martín del Casuar, la única construcción que, aunque en ruinas, todavía es posible reconocer del que fuera el antiguo poblado llamado El Casuar, arrasado y abandonado durante la Guerra de la Independencia por creer los franceses que allí se refugiaba una de las peores pesadillas de Napoleón: el guerrillero Juan Martín Díaz "El Empecinado".


Ruinas de la iglesia de San Martín del Casuar a la luz de la luna llena.
Las hierbas que crecen sobre la espadaña humanizan, más si cabe,
su fachada que, con sus dos grandes y transparentes ojos y su boca estrecha,
parece silbar en el viento de la noche una melodía de siglos pasados...



Varias semanas después de aquel paseo, he tenido la oportunidad de volver a este mágico lugar que conforman los alrededores del Casuar para participar en el censo de nutria que Adena viene desarrollando desde hace ya dieciocho años en las Hoces del Riaza. Precisamente fue el tramo del Riaza que pasa al lado de la iglesita el que me tocó en el sorteo y el mismo que me desesperó por la total ausencia de movimiento que reinó en sus aguas en el par de esperas, de dos horas y media cada una, que realizamos.

Gracias a la actividad que se traían los vecinos del acantilado del otro lado del río, mi espera se vio amenizada. Los muchos huecos excavados en la roca a lo largo de los siglos por el Riaza sirven como lugar de nidificación, además de a las grandes rapaces, a otras aves de menor tamaño como las chovas, las grajillas y las palomas bravías.

Las vocingleras chovas piquirrojas llenaban el aire con sus gritos y acrobacias cada vez que llegaban con una nueva ceba para sus pollos o, simplemente, cuando se perseguían unas a otras con espíritu infantil.

Chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax) a la entrada de su nido


Las chovas piquirrojas (Pyrrhocorax pyrrhocorax)
no paraban en su incesante actividad de ires y venires continuos
con sus acrobáticos lanzamientos aéreos.


Tampoco las grajillas se mostraban precisamente tímidas o calladas. Parecían intentar mantener a raya a las chovas en sus juegos a base de roncos graznidos.


Grajilla (Corvus monedula)
con ceba en el pico







En la cuneta del camino que desciende hasta la iglesia del Casuar, todavía fresca y verde, crecían abundantes dedaleras negras e, incluso, una de las últimas Ophrys sphegodes de la temporada.



Dedalera negra (Digitalis obscura), endemismo ibero-magrebí.








Y respecto a la buscada nutria tan sólo encontré algunos rastros en un bancal arenoso. Parecía haber querido firmar "Aquí estuvo Nutria" (y volverá a estar... ¡cuando le dé la gana!) Sólo espero tener a bien conocerla pronto, señorita...



Excremento de Nutria (Lutra lutra) típico,
de aspecto oleoso y con abundantes escamas
y restos quitinosos de cangrejo.






miércoles, 19 de junio de 2013

En la desembocadura del río Manzanares

Al comienzo del último meandro que el maltratado Manzanares traza bordeando los cantiles de La Marañosa antes de entregar sus aguas al no mejor cuidado Jarama, bajan las reses a refrescarse con la caída del sol regalando estampas al paseante más propias de otros paisajes mejor conservados.










En las riberas del Manzanares destacan algunas olmedas con ejemplares sanos y frondosos, desafiantes a la grafiosis. Junto a ellas, crecen los viejos álamos y chopos, algunos inclinados por el peso de los grandes nidos, los más ya medio secos, que todavía se yerguen, enhiestos, como estandartes de las colonias de cría de las cigüeñas.

Con hasta cuatro cigoñinos bien crecidos en algunos nidos
se deduce la rentabilidad que a esta lluviosa primavera le han sabido sacar las zancudas.


Con el telón de fondo de Rivas Vaciamadrid a escasos 3 km,
tiene lugar esta explosión de vida primaveral...




Siguiendo la senda que transcurre entre los cantiles y el Manzanares se llega a su desembocadura que nos regala, de nuevo, otro paraje sorprendentemente bello para la contaminación que sus aguas arrastran impregnando el ambiente de un aroma... "alejiado" (de lejía).

Desembocadura del río Manzanares en el Jarama

Tres machos y una hembra de Porrón Europeo (Aythya ferina) en el Jarama

Bando de Porrón Europeo (Aythya ferina)
disponiéndose para dormir.



Al asomarnos sobre los peñascos salió una garza real volando sobre el Jarama. Al posarse pudimos constatar el tremendo bocado que había pescado.


Garza Real (Ardea cinerea) sobrevolando el Jarama;
en la mitad inferior izquierda macho de porrón europeo (Aythya ferina)

Garza Real (Ardea cinerea) con presa en el pico.





Y, a modo de paréntesis, una jornada consecutiva, en la laguna del Soto de las Juntas este vistoso Zampullín Cuellinegro (Podiceps nigricollis) se asustó más que yo cuando, sin previo aviso, emergió de las aguas para sorpresa mía que apenas acerté a disparar la cámara para sacarle esta foto en la que me mira, curioso, con la cresta erizada y conservando todavía algunas gotas sobre el dorso...

Zampullín cuellinegro (Podiceps nigricollis) en actitud de alerta;
Laguna del Soto de las Juntas (Rivas, Madrid)



Casi al tiempo, sobrevolándonos, apareció este Milano Negro con aires de pirata.

Milano negro (Milvus nigra)


Y entre los juncos, una familia de Porrón Europeo nadaba escoltada por una pareja de Somormujo Lavanco.

Familia de Porrón Europeo (Aythya ferina)

Familia de Porrón Europeo (Aythya ferina)
y pareja de Somormujo Lavanco (Podiceps cristatus)




Y así fue cómo se nos echó la noche encima y hubimos de regresar inmersos en el mundo de las sombras que intensifica y agrava cualquier murmullo entre la maleza. Como últimas dos observaciones se nos presentaron un simpático sapo común y una pequeña culebra de escalera tristemente atropellada. Sin embargo, del Gran Duque ni el más leve ulular...

Sapo común (bufo bufo) desplazándose.



Sapo común (Bufo bufo) estático.


Cría de Culebra de Escalera (Rhinechis scalaris)